A los treinta años de edad con más de una década de experiencia en el fútbol profesional, Palito Pereira se define a sí mismo como un hombre familiero al que no le gusta dramatizar. En una breve entrevista, durante la cual viste una remera en la que se ve al recientemente fallecido Muhammad Ali, el boxeador negro que se destacó en la lucha por los derechos civiles de la gente de color, contó detalles que hacen al Palito humano, como cualquiera de nosotros, y no al jugador que vive en una especie de mundo surreal, como él mismo habla del ámbito en el que se desarrolla.
A Palito, lateral izquierdo de la selección uruguaya que jugó en clubes tanto latinoamericanos como europeos, le parece que a veces los futbolistas dramatizan demasiado, “son extremistas”, dijo en un momento de la breve entrevista mientras afuera se escuchaba a un animador anunciar su presencia en el stand de Visión Banco, donde estaba para firmar autógrafos de fanáticos. No recuerda una experiencia particularmente dura de su carrera, pero puntualiza, que más allá de las cámaras, el campo de juego y las gradas, los futbolistas son seres humanos como cualquiera y sufren como cualquier otro en situaciones adversas.
A pesar de cualquier mala campaña o temporada, a Palito el fútbol lo ha llevado lejos, mucho más de lo que alguna vez soñó. El Palito joven soñaba con participar de una Copa América y ya lleva unas cuantas, soñaba con participar en un Mundial de Fútbol y ya lleva dos, soñaba con meter goles con la camiseta de su selección y lo ha logrado. Alzar un trofeo con el equipo, compartir con los compañeros, son los recuerdos significativos que guarda en su memoria. Ahora enfrentará una nueva aventura en Cerro Porteño, una que inicialmente durará un año pero que puede extenderse.
Pero para este futbolista uruguayo, nacido en el barrio Punta Rieles de Montevideo, Uruguay, más importante que el fútbol, son sus dos hijos de 5 y 8 años y su esposa: su familia. “Tener un hijo es lo máximo, no se compara con nada, ni con el fútbol ni con nada, ni con una victoria a nivel deportivo, lo máximo”, expresó. Y es esa otra de las cosas que se debe balancear como futbolista, cómo estar con la familia. Esa es una parte un tanto difícil, que a veces hay que pasar días o semanas lejos de la familia, mencionó. La suya, vendrá con él a Paraguay apenas él esté acomodado. Porque es con ellos con quienes le gusta compartir la cena, que tiene que ser algo liviano porque no le gusta acostarse pesado.
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Además de la cena liviana, le gusta el mate, en eso sí es un uruguayo típico, aunque el asado no sea su preferencia. A Palito le gusta mucho el arroz, el pescado, el pollo a la parrilla –come poca carne roja-, las ensaladas, los cereales y las frutas. Se considera muy profesional en el cuidado de su alimentación cuando está en actividad.
En cuanto a Cerro Porteño, club en el que deberá mostrar todo su profesionalismo, espera darle a la gente alegrías y hacer bien el trabajo. “Espero darles muchas alegrías y retribuirles todo ese cariño dentro del campo y hacer que ellos festejen, que estén alegres y que regresen con una sonrisa a su casa, para que todos estemos felices”, dijo en voz baja.
Para él es importante ser agradecido. Además de esfuerzo y disciplina personal, está agradecido a sus padres, a sus hermanos, a su esposa y sus hijos, a la familia de su esposa y los que le abrieron puertas en los diferentes lugares donde se desempeñó como profesional.
