Meses atrás, ABC Color hacía pública la historia de Fabio Antonio Osorio, de 25 años, compatriota quien cumplía una condena en la Prisión Stanley, de Hong Kong, China, por tráfico de estupefacientes, y anhelaba ser transferido a su patria para cumplir su sentencia cerca de los suyos.
Al pedido incansable de Fabio, quien está preso en China desde el año 2014, se han sumado otros paraguayos presos, quienes hicieron llegar cartas a la redacción del diario ABC Color en los últimos días.
Juan Carlos Caballero Acosta, de 37 años, y Francisco Ayala Ayala, de 54 años, son dos paraguayos que nos han remitido manuscritos con fecha 6 de setiembre desde la lejana China, en los que nos detallan sus historias muy similares.
Los tres compatriotas coinciden en que han agotado las instancias de tramites con el Buró de Seguridad de Hong Kong, llenando innumerables documentos que certifican su solicitud y consentimiento para ser trasladados a suelo guaraní, así como han demostrado cumplir con todos los requerimientos establecidos en los tratados internacionales. Sin embargo, a través de los meses, y años, el problema sigue siendo el mismo: Paraguay no brinda respuesta alguna para agilizar el trámite necesario, y esto impide que los compatriotas puedan obtener los documentos que avalen la autorización de Paraguay para que sean remitidos.
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Fabio Osorio, oriundo de Ciudad de Este, quien ya nos había relatado su historia en el mes de julio, nos remitió esta vez una carta del Buró de Seguridad de Hong Kong, que demuestra que desde que el Gobierno chino pidió información a Paraguay, el 11 de abril, hasta el 30 de agosto, fecha en que autoridades de Hong Kong le volvieron a responder, Paraguay no se ha manifestado enviando la información requerida. Él cumple condena desde el año 2014, y su pena es de 16 años y 8 meses.
Juan Carlos Caballero Acosta, de 37 años, es otro paraguayo que guarda reclusión en la prisión Stanley de Hon g Kong, y que al enterarse del caso de su compañero, decidió sumarse al pedido y hacer llegar su manuscrito a nuestro diario.
Caballero nos cuenta que pidió su transferencia en marzo del año 2014; por lo tanto, lleva más de cuatro años esperando una respuesta del Gobierno paraguayo. La versión repetitiva del Buró de Seguridad de Hong Kong es que Paraguay se encuentra recolectando los documentos que requiere la autorización del traslado y que siguen aguardando una respuesta.

Lo que más indigna a Caballero es que en todo este tiempo ha visto a reclusos de países como Colombia y Brasil completar sus documentaciones y ser transferidos en pocos meses, por lo que se pregunta cómo es posible que la burocracia de nuestro gobierno sea la que genera esta tardanza, que impide a los compatriotas el derecho de cumplir sentencia en su tierra y en la cercanía de sus seres queridos. Incluso el hombre relató que, tan solo este año, cinco de sus compañeros colombianos han sido transferidos a su país sin mayor demora.
Consciente de que el cambio de gobierno pudo haber generado que el asunto se retrase, Juan Carlos apeló con esperanzas al nuevo canciller, Luis Castiglioni, a quien escribió una carta para que este pueda atender a su pedido y facilitar las gestiones que, ellos aseguran, no son muchas, pues solo es necesaria la confirmación de consentimiento.
Juan Carlos recibió cartas del buró de Seguridad de Hong Kong el 13 de junio y el 27 de agosto, en las que le insisten en que siguen aguardando información y documentos a través de la Embajada de Paraguay en Japón, para asegurar que la aplicación satisface las condiciones para la transferencia.
Le explican también que requieren un “consentimiento tripartita” entre el gobierno de Hong Kong, el Gobierno de Paraguay y la persona sentenciada. Caballero tiene que cumplir una condena de 18 años por tráfico de drogas peligrosas. Es por ello que en su carta pide encarecidamente al canciller Luis Castiglioni que le provea de información actualizada y detallada sobre el proceso que está siguiendo el Ministerio de Relaciones Exteriores para asegurar el retorno a su tierra.
Los tres paraguayos que se comunicaron coinciden en que la mayor motivación para estar en Paraguay, aunque sea en la cárcel, es que ya no soportan la distancia y el estilo de vida diferente al otro lado del mundo. Claman por un contacto más frecuente con su familia, su idioma y su alimentación, para poder rehabilitarse en la sociedad.
La tercera persona que escribió a ABC Color es Francisco Ayala, de Arroyos y Esteros. Al hombre de 54 años lo arrestaron el 27 de febrero de 2013, y tiene que cumplir condena hasta el 18 de setiembre de 2024, según nos cuenta en su misiva. Cuenta que tiene muchos problemas de salud y que está durmiendo en el piso de su celda, pues no disponen de colchones.
Aplicó su traslado en el 2014, Hong Kong se lo aprobó, y aún sigue esperando sin entender cómo un trámite puede demorar años. En su caso, recibió una carta el 16 de junio del Buró de Seguridad y de la misma forma afirman estar esperando la respuesta de Paraguay.
Francisco escribe: “Quiero regresar vivo a mi país. Muchos aquí salen caminando al hospital y ya no vuelven más. No han enviado ni un papel desde Paraguay”, lamentó el hombre.
Cumplir una condena en el país de origen es un derecho para las personas privadas de su libertad según la Ley N° 2195/2003, que aprueba la Convención Internacional para el cumplimiento de Condenas Penales en el Extranjero.

Las condiciones para que se aplique la convención son las siguientes: que haya una condena firme y definitiva, que la persona sentenciada otorgue su consentimiento al traslado, que el hecho que motivó la condena sea también un delito en el Estado receptor, que el condenado sea nacional del Estado receptor, que el tiempo de la condena por cumplirse al momento de la solicitud sea de por lo menos seis meses y que la aplicación de la sentencia no sea contraria al ordenamiento jurídico interno del Estado.
La cuestión diplomática entre Paraguay y esta antigua colonia británica, hoy convertida en una región administrativa especial de China, no es fácil, porque no hay relaciones diplomáticas. Por eso los paraguayos presos en esa isla deben contactar a la Embajada de Paraguay en Japón, a casi 3.000 kilómetros de Hong Kong.

