Curas acusados de abuso siguen en congregación

Los dos sacerdotes acusados por supuesto acoso sexual a adolescentes de la parroquia de Paso Yobái, en el Guairá, siguen dentro de la congregación a la que pertenecen, los Oblatos de María, a pesar de que fueron separados de su diócesis.

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La información fue confirmada por monseñor Ricardo Valenzuela, obispo de Villarrica, en conversación con radio ABC Cardinal. El prelado explicó que ambos sacerdotes fueron separados el año pasado de su diócesis y puestos a disposición de su congregación: los Oblatos de María.

Valenzuela explicó este jueves que en este caso se sigue un proceso civil, a cargo de la Fiscalía y otro religioso, en representación de la Iglesia. “De mi parte se remite al terreno religioso, allí depende del subprovincial y del provincial. Ellos van a determinar”, comentó Valenzuela, quien agregó que ya se hizo lo que corresponde a su protocolo, que es apartarlos de la diócesis.

En marzo del año 2014, seis adolescentes de sexo masculino de entre 16 y 21 años se pusieron de acuerdo y denunciaron presuntos acosos y manoseos por parte del entonces cura párroco de Paso Yobái, Gustavo Ovelar, y su vicario parroquial, Francisco Javier Bareiro Acosta.

En las declaraciones que brindaron ante la Fiscalía de Género de Villarrica (Guairá), a cargo de Perla Cáceres, las supuestas víctimas afirmaron que ambos sacerdotes los molestaban verbalmente con insinuaciones, propuestas sexuales y manoseos. Estos hechos, según las denuncias de los jóvenes, habrían ocurrido en un lapso de tiempo transcurrido entre los años 2011 y 2013.

En su momento inicial, la denuncia había sido presentada ante el Ministerio Público de Villarrica bajo la figura penal de abuso sexual en personas bajo tutela. Tras la acusación, cuatro de los seis jóvenes se ratificaron y dos decidieron negar el hecho, presumiblemente por temor a represalias. Entretanto, Ovelar y Bareiro también declararon ante la Fiscalía y calificaron la denuncia como una “maniobra” para ponerlos en contra de la comunidad.

Inicialmente, el caso ingresó a la Fiscalía de Género de Villarrica, a cargo de Perla Cáceres. Pero la agente no procedió a la imputación de los acusados; su argumento fue que no podía caratular la denuncia como abuso, pues todas las víctimas eran mayores de 14 años. Por ese motivo, el caso pasó a cargo de la unidad fiscal de Carlos Alvarenga, para de esa manera iniciar una investigación por acoso sexual. Pero nuevamente se presentó una traba, pues para que exista la tipificación de acoso debe haber una relación de subordinación entre la víctima y el victimario.

Mientras los agentes fiscales se perdían en trabas y “pases de pelota”, los sacerdotes aprovecharon el tiempo y se refugiaron en la congregación a la que pertenecen: Oblatos de María Inmaculada (OMI).

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