De “casillas de oro” a baño

“No hay venta”, “da pena estar aquí”, “esta mañana solo he vendido por 50.000 guaraníes, lo que no me alcanza ni para comer”. Estas son las quejas que se escuchan masivamente entre los pocos ocupantes que quedan en la feria artesanal construida en 2014 por el intendente Roberto Franco para la reubicación de puestos de venta de artesanía, y que costó unos G. 1.600 millones a la comuna.

Silvia García, quien se dedica al rubro en Caacupé desde hace 50 años, dijo que el negocio se está terminando poco a poco porque nadie entra al lugar para comprar. “Todos van hacia el Tupasy Ykuá para buscar el caacupe poty”, afirma.

Dijo que la misma situación afecta a unas 12 familias que habían sido desalojadas de la calle Dr. Pino, perpendicular al Santuario, donde solo quedaron los puestos de los frentistas y la vía pública quedó despejada. “Tampoco nos permiten instalarnos en las veredas de las calles que rodean a la Basílica. En ese lugar sí se vende”, dice otro de los afectados.

Todos aseguran que deben pagar el canon a la Municipalidad de Caacupé, sin embargo, la falta de ventas los acogota. “El único mes del año en que nosotros podemos vender es diciembre. Ahora no hay nada”, insisten.

Los puestos que permanecen ocupados en la feria son los ubicados sobre las calles en el entorno del Teatro Municipal, en el interior nadie ingresa y efectivamente se puede notar que se arroja todo tipo de desperdicios y es utilizado como baño público.

Entre las tradicionales alcancías se pueden ver algunos pocos de los tradicionales “caganers” con sus respectivas camisetas y la del equipo contrario en las que hacen sus necesidades a modo de humor.

Estas figuras son de origen catalán y ya casi se están extinguiendo como los comercios en la feria de las “casillas de oro”.