Honestidad sin fronteras

Un joven esteño buscó conocer los orígenes de su automóvil, que compró ya hace 10 años. Grande fue su sorpresa al enterarse de que había sido robado a un brasilero. Pese al valor sentimental que le tenía al rodado, decidió devolverlo a su dueño original.

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Robert Acosta es el protagonista de esta historia. El joven bombero de Ciudad del Este relata que hace ya 10 años, tras muchos esfuerzos y odiseas, logró comprar su primer automóvil: un Opala modelo 1979. Cuenta que se "enamoró" de ese rodado desde el primer día en que lo vio, tanto así que todos los días iba a verlo, puesto que aún no había logrado reunir todo el dinero necesario para comprarlo.

Luego de varias semanas, gracias a una amiga, consiguió los G. 7.000.000 que pedía el vendedor y por fin pudo comprar el tan anhelado Opala. Este automóvil fue su fiel compañero de aventuras por toda una década, desde que llegó a su vida. El valor sentimental que tenía el rodado para Robert y toda su familia fue creciendo año tras año.

Robert nunca pudo venderlo, puesto que no conseguía ponerle precio al auto de sus sueños, que era tan valioso para él. “Me gusta mucho viajar y en estas semanas empecé a vender unas motos que tenía, para poder comprar una Combi y convertirla en una casa rodante, pero se me hacía demasiado difícil vender mi Opala, no podía ponerle precio”, señala en contacto con ABC Color.

Pero todo cambió semanas atrás, cuando quiso averiguar los orígenes de su fiel compañero de cuatro ruedas y, con ayuda de un amigo brasilero, descubrió que fue robado hace ya 16 años a un ciudadano del vecino país. “Al principio no asimilé tanto, pero después de un buen rato pensando le dije a mi novia: 'Quiero hacer algo loco, voy a devolverle a su dueño'”, detalla el joven. Fue así como en menos de media hora contactó con la esposa de Jefter Sensato, el propietario original.

Cuando habló con la mujer, esta le dijo que su marido no podía recibir noticias muy emotivas, puesto que recién había salido del hospital y su estado de salud era delicado. “Me contaron que pasó meses internado y estuvo al borde de la muerte; vivía gracias a aparatos y prácticamente esperaban que fallezca nada más. Pero, milagrosamente, mejoró”, cuenta.

Un día, Jefter contactó con Robert luego de escuchar una conversación de su esposa. “Desde ese momento prácticamente todos los días nos escribimos, todo el día. Me contó cómo era el auto antes, cómo se le robó y lo mucho que le afectó. Yo le mostré cómo estaba ahora y hablamos de muchas cosas sobre el Opala”, manifiesta.

Sin embargo, debido a su estado de salud y la condición económica de la pareja, se hacía difícil que viaje hasta Ciudad del Este, donde reside el joven, para buscar el automóvil. “También me dijo que tenía un poco de miedo de que sea todo mentira; los brasileros le asustaban y decían que era peligroso que venga a Paraguay. Pero esta semana por fin pudieron venir. Fue muy emocionante todo. Ver la manera en la que lagrimeaban ellos, me tocó demasiado”, expresa.

Tras el emotivo reencuentro, Jefter tuvo que ir hasta Foz de Yguazú debido a su estado delicado de salud, pero Robert cuenta que espera volver a verlo para darle un abrazo más antes de que regrese a su ciudad. 

Finalmente, el joven expresa que, si bien el auto tenía un valor sentimental muy grande no solo para él sino para su abuela y un tío con capacidades diferentes, que viven con él, no se arrepiente de la decisión. “Es inexplicable lo satisfecho que me siento. Además, recibí cientos de mensajes de personas que me felicitan y me agradecen de mil maneras”, culmina el esteño.

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