Es metálica y un tanto desvencijada. Leguizamón la sostiene en el aire y la hace castañear. Como respuesta al estímulo, el bebé hace un gesto de alerta (abre los ojos, sube los hombros) y busca el origen de ese sonido disruptor. Ya está. Es un segundo de atención que hay que aprovechar para tomar la foto. Que no es cualquier foto sino la que con suerte -si no se pierde la cédula en ciernes- acompañará a ese paraguayito por los siguientes 10 años en algunos de los momentos más importantes de su vida: cuando vaya a la escuela, cuando viaje, cuando lo inscriban en alguna academia de fútbol o de idiomas, en fin, cuando la burocracia lo requiera.

Aunque no siempre es tan fácil como contamos recién. A veces el bebé llega al box dormido. A veces la mamá o el papá lo tienen tan protectoramente aupado que apenas se le ve la carita entre tanta mano y sabanita. Y otras, el pulgar dentro de la boca, ese vicio infantil, impide tomar una imagen despejada, en la que los rasgos del bebé sean nítidos y distinguibles, lo que finalmente es el propósito de toda la operación. El peor escenario ocurre cuando el bebé llora desconsoladamente, se le arrebolan las mejillas, el llanto le enciende de rojo los ojos y de la nariz para abajo es un reguero de mocos. ¿Quién querría salir así en su cédula?
Ahí Leguizamón, que en una mañana recibe unos cuarenta bebés, debe desplegar un poco más de su panoplia. Chista, chasquea los dedos en el aire, hace muecas, da golpecitos. Le pide a la mamá o al papá del bebé que lo sostenga con una mano bajo la cintura escapular y con la otra la cabecita, para que no se vaya hacia atrás ni hacia adelante.
Todos los beneficios, en un solo lugar Descubrí donde te conviene comprar hoy

¿De dónde salió la idea de la presilladora? Leguizamón dice que descubrieron que es lo más llama la atención de los bebés y muchos padres quedan sorprendidos al comprobarlo. "Inclusive se dio la oportunidad en que tuve que regalar la presilladora porque al bebé fue algo que demasiado le gustó", cuenta.
Trabajar con bebés no es sencillo. Si llegaron dormidos a la sesión de fotos, en el caso de que la mamá no consiga despertalos sutilmente, prefieren fotografiarlos igual. Un movimiento brusco y el bebé podría ponerse a llorar y empeorar el escenario. "Y para tratar de despertarles utilizamos lo que está a nuestro alcance como la presilladora o un manojo de llaves para poder llamar su atención", cuenta Leguizamón.
Cada día es una cantera de anécdotas y situaciones a sortear con creatividad. Como la vez que al momento de sacar la foto un bebé -antisistema o quizá solo indigesto- vomitó justo cuando se abrió el obturador de la cámara. O aquel tranquilísimo retoño que llegó mamando, se desprendió para posar para la foto y sin mediar pausa retornó a su nutritiva tarea. "También suele pasar que mientras estamos haciendo todo lo posible para llamar la atención del bebé, la abuela se pone detrás nuestro y el bebé termina por mirar a la abuela en vez de a nosotros", cuenta el policía.
Su vecina de box comenta como quejándose que hay padres que van a sacarle la cédula a su bebé antes de que cumpla una semana "y encima quieren que sonría".
Entre los que esperan su momento hay mamás que le calzan una vincha con un floripondio que casi iguala en tamaño la cabecita de su hija; otras que peinan y repeinan la escasa pelusita de sus hijos; chiquitos que llegan con toda su familia por hinchada y papás previsores que cargan con toda una parafernalia de móviles, sonajeros y juguetes. Pero si usted no es de estos últimos, no se preocupe, que el encantador de bebés se encarga.
