El Papa y la esperanza de vender

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La llegada del Papa Francisco representa igualmente una gran oportunidad para los vendedores de todo tipo de objetos y mercaderías.

En las adyacencias del Santuario de Caacupé, cientos de vendedores y vendedoras recorren la zona ofreciendo sus productos, que van desde remeras, recuerdos, banderas, objetos de barro, de madera, metal y otros. Además del espíritu religioso, aflora el ingenio para generar algún ingreso extra que ayude a la economía del hogar.

Rodolfo Gaona, de 69 años, llegó a Caacupé ayer de mañana desde Asunción. Junto a su compañero Eligio Báez (39), se dedica hace 9 años a la venta de remeras serigrafiadas, usadas generalmente como recuerdo de algún show o actividad. En esta ocasión, no podía quedarse ajeno a este evento multitudinario, que trae miles de potenciales clientes. Con sus remeras de distintas medidas, Gaona se ubicó en la vereda de la ruta Nº 2 para ofrecer sus productos.

“Tenemos esperanza de vender. Vinimos porque sabemos que esta clase de actividades genera mucha gente. Hasta ahora, poco o nada. Pero sabemos que esto va a mejorar por la cantidad de personas que vamos a tener acá” indicó Gaona, en conversación con ABC Color. Gaona, con un bolsón cargado de remeras y de esperanzas, pidió además que no haya “mal tiempo” ya que eso supondría disponer de otro tipo de logística para vender sus productos.

Junto a su inseparable tereré, el trabajador comentó que hace nueve años se dedica a la venta de remeras junto a su socio Báez, con quienes hacen los distintivos para las remeras. Gaona dijo que tenía un negocio del mismo rubro en su casa, pero dejó a manos de su señora y sus hijos encargarse del local y decidió salir a enfrentar la calle y buscar compradores. Señaló que aparece en eventos religiosos, culturales y deportivos, porque sabe que es el momento para intentar vender algo.

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Más allá de la fe, mucha gente espera que la presencia del Papa pueda servir para generar ingresos a sus economías familiares. Los negocios en las adyacencias del Santuario esperan con ansias la presencia de turistas y de feligreses para que se pueda tener una buena venta. Es como que hay un “segundo 8 de diciembre” para los comerciantes, chiperas y vendedores ambulantes que esperan en este derroche de espiritualidad, también un derroche en las ventas.