A sus 62 años, don Rubén Flores ha convertido en toda una tradición el negocio de la fotografía a los niños que quedan encantados con posar encima de los caballitos.
Desde los bebés hasta los muy grandes que anhelan recordar sus tiempos felices de infancia, no resisten la tentación de pedirle a don Flores que los inmortalice en una imagen para llevarse un bonito recuerdo de su visita a la Villa Serrana.
Este entretenimiento, que si bien a primera vista forma parte del “ámbito pagano”, de la fiesta espiritual, también tiene mucho del amor y la inocencia de los niñitos.
Las fotografías, que tienen un costo de G. 15.000, se imprimen en el mismo lugar en menos de un minuto, según precisó el vendedor. El trabajo se entrega en papel de fotografía, como el que era muy utilizado hasta hace dos décadas, y se pega en un cartón con motivos de la fiesta en honor a la Virgen.
Todos los beneficios, en un solo lugar Descubrí donde te conviene comprar hoy
Tan solo en esta jornada, 30 niños ya pasaron a fotografiarse, lo que representa un buen ingreso para Flores, que hace, según describe, “un trabajo de hormiga”, pues con lo que junta en los meses prósperos debe sobrevivir en los meses duros. Otros clientes muy habitués de don Rubén, además de los niños, son los ciclistas, que al llegar a la basílica, emocionados, buscan registrar el momento.
Como anécdota graciosa, don Flores cuenta que muchos de los que vinieron a tomarse fotografías de pequeños, hoy vuelven de adultos y se sorprenden de encontrarlo aún, como si no pasase el tiempo.
