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El Chaco Central vive actualmente una sequía de más de tres meses y medio. Aunque esto es normal para esta época del año, los pobladores miran permanentemente al cielo, con la esperanza de ver sistemas de nubes que traigan lluvias. Sobre todo en los hogares existe una creciente falta de agua, ya que en esta zona del país no existe agua potable corriente. Todo depende de las lluvias y la cosecha en los aljibes.
A numerosas comunidades indígenas, los gobiernos locales les llevan agua potable para consumo humano. Aunque en los establecimientos ganaderos aún existen tajamares con agua, los pastizales están totalmente amarillos, casi sin nutrientes, esperando la lluvia para reverdecer otra vez.
El acueducto, en construcción desde hace cinco años, después de una gestión de más de 12 años, aún no juega un papel en la cuestión de agua. Recientemente se ha iniciado la segunda fase del acueducto, que consiste en la construcción de 190 kilómetros de caños bajo tierra, en diferentes localidades. La primera fase, de 203 km, avanza muy lentamente y aún no se sabe cuándo concluirá realmente.
Por ese motivo, en esta zona del país todo sigue dependiendo de la cosecha de las lluvias, ya sea en techos o aljibes o por superficies de captación y tajamares. Solo en casos específicos existen en determinados lugares pozos con agua potable y desalinizadoras particulares.