Precarios campamentos indígenas en San Juan Nepomuceno

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SAN JUAN NEPOMUCENO. Diez familias indígenas de la parcialidad Mbya Guaraní que fueron expulsadas de Tavaí viven de forma precaria en la expista de aviación del barrio San Luis de esta ciudad.

El cacique Crispín Galeano, quien se encuentra a cargo del grupo, aseguró que fueron expulsados de la comunidad indígena Pakuri-Castor Cue, del distrito de Tavaí, simplemente porque quieren trabajar la tierra.

El nativo exhibió una resolución del Instituto Paraguayo del Indígena (Indi) por la cual fue reconocido como uno de los líderes de la comunidad Pakuri-Castor Cue de Tavaí junto con Gabino Martínez Giménez. Dijo que Gabino lo expulsó de la comunidad la semana pasada.

"Gabino Martínez quiere vivir sin hacer nada, no quiere trabajar la tierra y nosotros sí queremos sembrar para mejorar nuestra situación y por eso nos expulsaron", dijo el líder indígena.

Explicó que se encuentran 13 familias en el predio de la exaviación de San Juan Nepomuceno, bajo unas carpas precarias, no tienen qué comer y que en la comunidad Pakuri-Castor Cue, con Gabino Martínez, se quedaron apenas cinco familias.

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En otro momento, Crispín Galeano relató que cuando llegaron de Tavaí se instalaron bajo las graderías del Estadio Arq. Víctor González Acosta, que actualmente está en construcción, y les pidieron retirarse del lugar y no encontraron otro para acampar más que el citado predio.

"Traemos agua del estadio, pero si llueve vamos a tener problemas señaló. Tenemos 13 criaturas que necesitan comida, abrigos y medicamentos. Queremos que nos den aunque sea unas cinco hectáreas de tierra para poder trabajar. Hay comunidades de Mbya que tienen más de 1.000 hectáreas y no utilizan. Nosotros vamos a trabajar para comer", dijo el nativo.

El secretario indígena de la Gobernación de Caazapá, Augusto Martínez, visitó a los nativos para interiorizarse del problema y les dijo que está negociando con otras comunidades que estarían disponibles para recibirlos.

Los vecinos, por su parte, expresaron su preocupación por la presencia de los nativos y que no quieren que la zona se convierta en una villa permanente de los mismos. Los niños están enfermos, molestan de noche, piden dinero y entran en las casas sin permiso, aseguraron.