La Batalla de Boquerón, triunfo de la estrategia

La historiadora Noelia Quintana hace un análisis de la Batalla de Boquerón, cuyo 84º aniversario se recuerda este jueves. La victoria en esta contienda de la Guerra del Chaco fue decisiva para mantener el Chaco paraguayo.

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El Paraguay vivía adormilado en sus recuerdos trágicos de la guerra del '65/'70, un dejo de resignación era el pensamiento colectivo. El pueblo paraguayo, con un cúmulo de imperfecciones e improvisaciones en la organización de la defensa, se reencontró consigo mismo en 1928.

Del laberinto de juicios no madurados surge un plan de defender el Chaco a lo largo del Río Paraguay. La chispa del patriotismo se transformó en llama viva. “El alma de la raza se pone tensa vibrante, de esta vibración surge un grito de guerra: ¡Viva el Paraguay, hasta VENCER O MORIR!”; grito que en mil jornadas erizará las hojas espinosas de las soledades chaqueñas y aun hoy su eco retumba en los cañones y con más razón en las páginas de la historia.

El soldado paraguayo de Boquerón fue el instrumento de la victoria de la Guerra del Chaco, porque fue en ese soldado donde se concentraron todos los dones naturales y espirituales de lo auténticamente paraguayo. Él fue más allá de soportar penurias y fatigas. Sus pies descalzos penetraron todos los bosques, duros y espinos, y transitaron todos los caminos. Sin armas casi, capturó algunas, sin víveres conquistó intendencias y sin agua cavó la arena seca y desértica hasta hallarla.

El mariscal José Félix Estigarribia, continuando con sus estudios, fue enviado a Francia donde obtuvo su brevet de Jefe de Estado Mayor en la Escuela Superior de Guerra. Fue el receptor de las más noveles teorías de la estrategia operacional. En ese sentido, él comprendía perfectamente la importancia de lo que representaba la guerra de movimientos, la guerra de aproximación indirecta, después de la Primera Guerra Mundial. Tuvo influencia de sus profesores franceses y de los autores como Basil Liddell Hart , un inglés que propugnaba estas teorías como innovadoras.

Por el contrario -la mayoría de los oficiales paraguayos- tenían preferencia por la guerra de trincheras y los frentes fijos.

El mariscal Estigarribia entendía la importancia de ganar a cualquier precio la primera batalla para infundir confianza y entusiasmo al pueblo paraguayo, que salía de una gran debacle y hecatombe como fue la guerra de la Triple Alianza (1865-1870).

Es importante destacar la formación estratégica del mariscal Estigarribia, estudiante de una escuela de avanzada táctica y técnica militar, quien conocía perfectamente el empleo de cada material a su disposición, que eran de los más modernos. La creencia es que en ese entonces el Paraguay no estaba armado.

Lastimosamente, en los primeros días no contó con un acompañamiento total de jefes y oficiales a su cargo, pues seguían creyendo que el asalto frontal era lo mejor, pero finalmente hizo lo que él consideraba adecuado: Cerco-Desgaste-Rendición de los enemigos. Si los oficiales paraguayos que le seguían hubieran comprendido acabadamente su intención, esa victoria pudo haber sido conseguida con menos bajas.

Los derechos del Paraguay sobre el Chaco Boreal eran evidentes, tanto por razones de conquista, de fundaciones y de administración de justicia de la era hispánica; por la posesión y defensa en la época independiente; vale decir estaban a su favor el uti possidetis de facto y de jure.

La fundación y defensa del Fuerte Olimpo contra Brasil y la abolición de la cláusula del Tratado de la Triple Alianza, que adjudicaba a la República Argentina desde Bahía Negra hasta el río Pilcomayo eran, con el derecho de interland, suficientes argumentos que la cuestión con Bolivia no podía ser Litis territorial, sino fijación de límites entre el Chaco y el Departamento de Chiquitos.

Sin embargo, se formó por Bolivia, con el liderazgo del Dr. Daniel Salamanca, una corriente que aspiraba la anexión del Chaco Boreal al territorio boliviano con la denominación de la Delegación del Gran Chaco.

Boquerón fue el triunfo rotundo de la estrategia paraguaya, no solo asestaba un regio golpe a la moral del enemigo, destruyendo buena parte de su ejército permanente, si no que provocaba el derrumbe irreparable de un plan de largo alcance, cuidadosamente elaborado.

Boquerón reveló a Bolivia que la guerra del Chaco no iba ser lo que supuso. El presidente Salamanca deseó una conquista fácil y resonante destinada a conseguir prestigio a costa de un vecino débil. 

El 5 de setiembre de 1932, después de recibir la autorización del presidente Ayala para retomar Boquerón, el teniente coronel Estigarribia reunió a los jefes de las Divisiones 1º y 2º para explicarles su plan, que no consistía únicamente en apoderarse del fortín, sino en destruir las fracciones enemigas que acudieran a su defensa, y luego lanzarse hacia Arce, sobre el río Verde.

Las dos columnas partieron de Isla Poí, el 7 de setiembre, el 9 atacaron vigorosamente el fortín que fue defendido con empeño por el teniente coronel Marzana. La resistencia duró hasta el día 29. Tanto en el ataque y asalto de las posiciones, como en la lucha en sus contornos, hacia Yujra y Ramírez, hubo derroche de heroísmo.

Estigarribia logró destruir a la 4º división boliviana, apoderarse de una gran cantidad de elementos de guerra y marchar hacia el río Verde con una elevada moral. Confió la custodia de la bandera boliviana tomada en el fortín a uno de los regimientos que rompieron en brillantes asaltos las posiciones atrincheradas, al 6 de infantería,“ Boquerón”, formado a base de los cadetes de la Escuela Militar que ganaron en aquella jornada imperecedera gloria para el país.

Al día siguiente de la Batalla de Boquerón, el presidente Ayala llegó en avión al campo de operaciones y ascendió a coronel al comandante Estigarribia. Al colocarle la insignia le dijo: coronel Estigarribia ¡sois digno de mandar soldados paraguayos!

Boquerón es un nombre que todo paraguayo debe considerar como tres veces laureado, salta a la fama durante la Guerra Grande y logró clamorosa consagración al convertirse en el compás inicial de la sinfonía heroica que culminaría en Charagua. Entre ambos grandes acontecimientos el combate que hoy rememoramos la sorpresa, la astucia y el coraje que hermanaron ese día para brindar a la Patria una jornada triunfal. 

*Noelia Quintana Villasboa es historiadora y docente investigadora. Imparte cátedras en la carrera de Historia de la Universidad Nacional de Asunción y la Universidad del Norte. Es especialista en Educación Superior. Se especializó en Filosofía en Atenas, Grecia. Escribió libros como “Las Residentas. El rol de la mujer paraguaya en la Guerra Grande” y “Patricio Escobar. Memorias de la Guerra de la Triple Alianza”.

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