La fe incansable de un pueblo

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Ni las tormentas ni los escándalos en el clero impiden a los creyentes en María acudir al altar a pagar sus promesas y elevar nuevas plegarias, demostrando así la incansable fe de un pueblo que derrama lágrimas al postrarse ante su santa patrona.

No hay expresiones suficientes para describir el sentimiento que se desborda de la imagen de este niño, arrodillado junto a su padre ante el altar de Nuestra Señora de los Santos Milagros de Caacupé.

Así como ellos, miles fueron los católicos que en la jornada del 7 y en la madrugada del 8 de diciembre desafiaron a las precipitaciones y descargas eléctricas, para demostrarle a la madre que la fe que le profesan puede más que un fenómeno climatológico inestable.

Durante la misa de las 19:00 del miércoles 7, así como la celebración eucarística de la medianoche, que comenzó tras el explosivo festejo del pueblo mariano, se pudo ver reflejado ese amor incondicional de un pueblo hacia su madre espiritual.

Niños un poco asustados con los petardos, pero emocionados al comprender que la celebración se debe a la Virgen, madres derramando lágrimas, fornidos atletas de rodillas rendidos ante la santa patrona de los paraguayos.

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Esa es la secuencia de conmovedoras imágenes que se vivieron durante la noche del 7 de diciembre y bien entrada la madrugada del 8, día del novenario de la Virgen de la Villa Serrana.

La serie de celebraciones eclesiásticas se extiende a lo largo de esta madrugada con canto de alabanzas y el rezo del santo rosario.

A las 06:00 de la mañana, iniciará la misa central, en la que se espera una homilía que responda a las inquietudes de los feligreses con relación a los últimos episodios negativos que salieron a luz en el seno de la iglesia.