Los “borrachos” en flor

En Paraguay tenemos dos especies nativas de palo borracho o "samu'û", y ambas se encuentran ahora mismo en flor. Su floración, dependiendo del año, del lugar y de la genética del individuo, se da entre los meses de febrero, marzo y abril.

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En esta época las dos especies nos regalan sus hermosos "aparatos reproductores", sus flores, a veces comparadas con orquídeas, pero ciertamente mucho más parecidas a las flores de la rosa de la China o sinesia (Hiscus rosa-sinensis), que pertenece a su mismo grupo botánico: la familia de las malváceas, entre las cuales también está el algodón.

Sobre la avenida Mariscal López y otras calles asunceñas se pueden ver ejemplares de samu'û ya florecidos, que dan alivio a la vista de los conductores y peatones.

"Cuando llegue la época de la maduración y apertura de los frutos de los samu'û, nos vamos a recordar de este último dato", destaca sobre el particular el biólogo y máster en bosques y medios de vida Raúl Rivarola.

El experto manifiesta que si viajamos ahora mismo a Filadelfia, en el Departamento de Boquerón, vamos a encontrarnos con un árbol, el samu'û chaqueño, con el tronco en forma de jarrón, o de barriga de borracho, que puede llegar a los dos metros de diámetro.

Señala que la corteza de su peculiar tronco es gris-verdosa (produce fotosíntesis) y está armada de numerosos acúleos o “espinas cónicas”, que terminan por confirmarnos que este árbol está completamente adaptado a las condiciones tremendamente difíciles del Gran Chaco.

Añadió que entre las dos que tenemos, éesta es –por supuesto– la más austera: dando solo algunas pocas flores de color amarillo-blanquecino, mientras mantienen todavía su follaje verde, que perderá en la época de seca. "Un samu'û chaqueño sin hojas y con sus pocos grandes frutos colgando es la escena que define la época más dura de esta región semiárida", destaca.

Acota que el samu'û chaqueño, cuyo nombre científico actual es Ceiba chodatii (antiguamente denominado erróneamente Chorisia insignis), es el que crece espontáneamente en todo el Chaco paraguayo, y especialmente en el bosque-matorral, donde es una de las especies dominantes, junto con el coronillo y el quebracho blanco.

El profesional resalta asimismo que se trata, además, de un "fabuloso árbol ornamental" que se cultiva en casi todas nuestras ciudades, además de en todo el mundo cálido-seco. "Uno puede estar recorriendo un parque de Valencia, España, y encontrarse con nuestro querido palo borracho", dice.

Por otro lado, señala que si viajamos también ahora mismo al Yvytyrusu, en la frondosa selva de la Reserva de Recursos Manejados, vamos a ver, a lo lejos, como parte del bosque que domina las tierras accidentadas de esa zona, algunas manchas rosadas que, una vez cerca, se nos presentan como unos árboles altísimos (de los más altos de esta selva), con un tronco fino, que termina allá en lo alto en una pequeña copa con forma de pirámide invertida totalmente rosada.

Explica que el tallo de este árbol de lejos no se parece en nada al de su primo chaqueño, pero si nos acercamos podemos ver el parecido: este tronco también es verde-grisáceo. Además, de pequeño tuvo también acúleos o espinas cónicas, las cuales suelen estar ausentes en los individuos adultos, pero dejando evidencias en forma de cicatrices.

Rivarola comenta que el samu'û rosado de la Región Oriental, denominado actualmente "Ceiba speciosa" y conocido en el pasado con el nombre de Chorisia speciosa, es uno de los árboles dominantes en esta selva, y que ahora mismo se encuentra sin hojas y con pura alegría de flores, rosado-amarillentas, espectaculares.

"Es posiblemente una de las floraciones más lindas de la selva paraguaya. Por eso es también cultivada en nuestras ciudades y en todo el mundo cálido como ornamental. Así es como no nos tiene que extrañar si algún día vemos una foto de un jardín urbano de Hawai en donde el principal atractivo es nuestro samu'û rosado", destaca.

El joven biólogo señaló que es responsabilidad nuestra mantener el "pool" genético de estas dos especies en estado silvestre, conservando los bosques donde viven, para que todo el mundo pueda seguir disfrutando de sus bondades como árboles ornamentales.

"Es más: que no nos extrañe que el día de mañana se le descubran propiedades útiles para la industria al algodón de sus frutos o a su peculiar madera ligera y fácil de trabajar", expresa.

Añade que la conservación de la biodiversidad no solo tiene que ver con la "idea romántica" de que todos los seres vivos tienen derecho a seguir existiendo por el simple hecho de compartir el planeta Tierra con nosotros, sino también tiene un sentido muy práctico: mantener la variabilidad genética de las especies útiles y potencialmente útiles para las generaciones humanas del futuro, por los siglos de los siglos.

Raúl Rivarola es biólogo y máster en bosques y medios de vida (Universidad de Copenhague) y en gestión de bosques tropicales (Universidad Técnica de Dresden). Actualmente forma parte del consejo de la Asociación Etnobotánica Paraguaya (AEPY) y trabaja en la WWF Paraguay como oficial de conservación.

 

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