Los caballos que sobrevivieron al agua

Un reducido grupo de ciudadanas realiza un recorrido diario para concretar una acción solidaria: dar de comer a los caballos 'carriteros' de los damnificados por las inundaciones del Bañado Sur.

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Solamente motivadas por su buen corazón, las ciudadanas Mirtha Ortigoza, Maly Flores y Roxana Lubián recorren, desde el 4 de agosto pasado, las humildes instalaciones improvisadas de los damnificados por las inundaciones del Bañado Sur.

Desde la avenida Félix Bogado ingresan por 21 Proyectadas –de lunes a sábado, a partir de las 18:00– para saludar y alimentar a sus nuevos amigos: los olvidados caballos víctimas de las inundaciones que trabajan de sol a sol, generalmente en malas condiciones.

Las voluntarias forman parte de Cangápolis, el centro de rescate y rehabilitación de animales formado en 2003, como una iniciativa privada. “Antes recogía animales en casa”, nos comenta Mirtha Ortigoza, mientras recorremos las humildes precarias en una camioneta conducida por un chofer pagado especialmente para las tareas solidarias.

El padre de doña Mirtha, el recordado capitán Napoleón Ortigoza –el preso político más antiguo del continente, quien estuvo 25 años en las crueles cárceles del régimen de Stroessner–, había derivado el capital de la indemnización que cobró para las acciones humanitarias de su hija con los animales.

La organización se sostiene, por estos días, a partir de aportes privados de sus miembros, así como gracias a donaciones. Tal es el caso de un señor o señora (aseguran no saber), que se encarga de hacerles llegar la cantidad de alfalfa necesaria para alimentar a los sufridos caballos de los damnificados.

La organización cuenta con un refugio, ubicado en la ciudad de Limpio, donde albergan a al menos 400 animales: entre perros, gatos, animales silvestres y caballos.

La intención, ahora, es comprar algunos de los caballos en peores condiciones, para cuidarlos y alimentarlos en ese refugio. “Precisamos comprar o que alguna persona compre esos caballos: les decimos cuáles creemos que son los que con urgencia necesitan ser sacados de ahí. También pedimos donaciones para juntar la plata y comprar”, nos comenta la voluntaria Maly Flores.

El recorrido en la zona es extenso, y se puede comprobar cómo los pobladores conocen a los voluntarias –“¡Hola tía Mirtha!”, se oirá en ocasiones–. Sorpresivamente, también puede notarse el entusiasmo de los animales al ver llegar a sus nuevas amigas con su ración de alimento diario.

Solo en la tarde del martes, se pudo dar de comer a 28 caballos, que llegaron agotados luego de sus intensas labores. Entre ellos, resalta “Georgina”, una yegua de 11 meses, en muy malas condiciones. La intención de las voluntarias es juntar, para el sábado, el millón de guaraníes que pide el dueño por el animal. “Creemos que está muy mal, y no puede trabajar así”, dicen, acotando que, generalmente, los caballos son cruelmente explotados por sus dueños.

Por su parte, los pobladores aseguran alimentarlos y hablan de cambios de “caballos por carritos”, modalidad que, al parecer, están adoptando. “Pero no sabemos dónde terminan esos animales”, dirán después las voluntarias, con cierta preocupación.

Las personas que quieran colaborar con cualquier suma posible, o incluso comprando alguno de los sufridos caballos para el cuidado de las voluntarias, pueden comunicarse con la señora Mirtha Ortigoza, de Cangápolis, al teléfono (0981) 517647.

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