Últimos guerreros, olvidados

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PASO YOBÁI. Los dos últimos veteranos de la Guerra del Chaco que viven en Paso Yobái no reciben ninguna ayuda por parte de las autoridades; solo sus familiares velan por ellos. Lucharon por la patria, pero ahora están olvidados.

Don Agapito Sanabria, de 106 años de edad, reside junto con su segunda esposa, Ignacia Dávalos, en la compañía Arroyo Moroti, distante unos 14 kilómetros del casco urbano de la ciudad. Hoy día, ya casi sin levantarse de cama pero con una envidiable lucidez, nos comentó algunas anécdotas de los episodios vividos en tierras chaqueñas.

"Fui llevado del cuartel a la edad de 19 años para formar parte del regimiento Nº 17. Muchas cosas pasamos, hasta tomar nuestra propia orina, porque no había agua para beber ahí. Yo volví herido de la contienda por dos balas: una en el estómago y otra hasta ahora la tengo dentro de mi rodilla", destacó Sanabria.

También no muy distante de esta compañía está la casa de Tranquilino Brizueña, en la localidad de San Roque. Él, con sus 103 años cumplidos, aún puede valerse de forma independiente. Recuerda que con tan solo 16 años fue reclutado para la guerra.

"Los paraguayos éramos muy inteligentes, siempre rodeábamos a los enemigos, hacíamos picadas por los espinales y les llegábamos de sorpresa a los bolivianos", dijo. Recordó que los alumnos de la escuela de San Roque siempre vienen a rendirle homenaje en la fecha del Paz del Chaco y eso le pone feliz: ver a los nuevos héroes de la patria.

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Si bien don Agapito y don Tranquilino reciben su salario como excombatientes de manera mensual, indicaron que el monto no les alcanza para cubrir todas sus necesidades, principalmente medicamentos o para contratar una enfermera que se encargue de aplicarlos. 

Ambos indicaron que están en zonas rurales y no pueden trasladarse hasta los hospitales para recibir asistencia y piden a las autoridades sanitarias acceder a una atención en sus viviendas. 

La Guerra del Chaco (1932-1935) tuvo una baja de 60.000 bolivianos y 30.000 paraguayos. La paz fue firmada hace 82 años: el cese de las hostilidades se acordó el 12 de junio de 1935 y los cañones dejaron de sonar dos días después.