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Algunos pescadores manifestaron que los pececitos llegan hasta la orilla ya sin fuerzas y que en cuestión de minutos mueren y flotan, quedando en el arenal o entre los matorrales, lo que produce un olor nauseabundo. Indicaron que en algunas zonas, incluso, aparecieron peces de tamaños más grandes que ya están listos para el consumo.
Ante esta situación, los pescadores ya tienen dudas para seguir extrayendo las especies del lago, por temor a que sean nocivas para la salud del consumidor, en tanto que los propietarios de parques recreativos ubicados en el lugar están desesperados porque, además del daño a las especies acuáticas, están expuestos a daños económicos, ya que los peces muertos dejan una muy mala imagen a estos lugares turísticos, por lo que temen que disminuya la cantidad de visitantes.
Dijeron que deben estar permanentemente pendientes para juntar los peces muertos con rastrillos y bolsas, para evitar que se contamine el agua para los veraneantes. Ante esta lamentable situación, los pobladores piden a las autoridades responsables velar por el medio ambiente y que verifiquen la zona, ya que en las inmediaciones existen miles de hectáreas de plantaciones de soja en las que se utilizan diferentes tipos de agroquímicos, que con las lluvias podrían lavarse y escurrirse directamente al lago Yguazú.
Lamentaron que la mayoría de los sojales no cuenten con cortinas vegetales y que los productores no respeten la distancia para el cultivo.