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Los oleros del barrio San Agustín de esta localidad serían los responsables de la destrucción de la reserva del arroyo Capiibary, que está considerada como el pulmón de la ciudad.
Según la denuncia, diariamente los oleros entran a la reserva del arroyo Capiibary para depredar el bosque y la tierra con el objetivo de extraer materiales para la elaboración de ladrillos. La madera es utilizada como leña para el horno de ladrillos o directamente para algunas construcciones precarias.
El bosque que cubre el arroyo Capiibary en la zona de San Juan Nepomuceno es una verdadera cortina para defender a la ciudad de los vientos que, en varias ocasiones del año, se registran en el departamento de Caazapá.