Ricardo Velázquez tiene 61 años, nació en Pirayú y los últimos 38 años los vivió en Venezuela. Viajó a inicios de la década del '80 para jugar fútbol, no del profesional, aclara. Se quedó, formó su familia y el 5 de diciembre pasado él, su esposa, su hijo, su hija y su nieto partieron de Caracas con rumbo a Asunción.
A diferencia de lo que se puede pensar, el peor golpe que recibió Ricardo no fue directamente del gobierno de Nicolás Maduro, sino que provino de los adherentes de la oposición. Era taxista, lo fue por casi 30 años. Y durante el paro nacional de julio de 2017 igualmente decidió salir a trabajar.
Cuenta que ese día se detuvo en una barricada en la calle y un grupo de manifestantes lo amenazaron con matarlo, prenderlo fuego. Corrió y luego arrojaron bombas molotov. El fuego destruyó su auto. Se quedó sin trabajo, pero agradece a Dios por resultar ileso.
Este lunes la familia visitó la redacción de ABC Color. Su hija, Anahí Velásquez, de 21 años, cuenta que sufrieron el desabastecimiento de productos de primera necesidad que afecta a Venezuela, desde comida hasta artículos de limpieza. Ricardo relata que estuvo tres días en una fila para poder comprar carne de pollo. Nadie le cree, pero reafirma que esa es la crisis económica que se vive.
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En medio de las penurias, la familia decidió venir a Paraguay. Ricardo Velázquez acudió a la embajada para pedir la repatriación. Quería que le cubran el pasaje, pero le negaron ayuda con el argumento de que se nacionalizó venezolano. Sin embargo, el artículo 146 de Constitución reconoce que son de nacionalidad paraguaya natural todas las personas nacidas en el territorio de la República. Es por ello que cuando llegó a Asunción le expidieron el certificado de repatriación, tanto para él como para toda su familia, pues el beneficio abarca a su esposa e hijos.
Cuentan que cruzaron la frontera con Brasil el 11 de diciembre, iban de bus en bus y dormían en el colectivo o en las terminales, mientras esperaban el siguiente viaje. Llegaron a Paraguay diez días después, un par de semanas antes de que la Cancillería rescatara de Ucrania a dos paraguayos que denunciaron ser privados de su libertad en un aparente caso de trata de personas.
En este último caso la diferencia fue que eran el hermano y sobrino de nuestro astro del fútbol, el paraguayo José Luis Chilavert. Contactaron con sus familiares el sábado 06 de enero e inmediatamente acudieron funcionarios diplomáticos desde Austria, a más de 1.500 kilómetros. En menos de un día, Rolando e Iván Chilavert fueron puestos a salvo.
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Para Ricardo fue más difícil. Primero tuvo que juntar dinero para escapar de la crisis en Venezuela. Al llegar a la oficina de Repatriados de Asunción fue grande su sorpresa cuando le aclararon que la Constitución lo reconoce como paraguayo.
Desde la Cancillería explicaron que la cobertura de los gastos de traslado es un beneficio para los paraguayos migrantes que no se le da a quien renunció a su nacionalidad. No obstante, como nació el Paraguay y sus padres son paraguayos, en Asunción le salió rápido el certificado de repatriación, con el que al menos ahora se le exonera el pago de tasas en los trámites para la radicación o la nacionalización, tanto de él como de toda su familia.
A esto se suma que su nieto, Tomás Velásquez, de dos años, debe seguir un tratamiento médico y que esperan encontrar atención en los servicios de Salud Pública de Paraguay. Nació con una anomalía congénita denominada hipoplasía pulgar. En Venezuela tuvo una cirugía reconstructiva y su dedo indice pasó a ser su dedo pulgar.
La familia ahora está viviendo en la casa del hermano de Ricardo, en Trinidad, Asunción. Duermen en la sala y esperan conseguir trabajo para salir adelante. Si alguien desea ayudarlos, pueden contactarlos al 0993 361 471.
