El sol aún no asomaba del todo y, por ende, las aguas del río Paraguay no se mostraban templadas en la postrimería de la madrugada, pero esto no impidió que un grupo de jóvenes pobladores de la zona de las pescaderías de Remanso mantengan viva una tradición que es muy particular: bañarse en el río como una especie de renovación del bautismo.
“Hacemos cada año, cada Semana Santa”, indica Lourdes Ortega, una de las jóvenes que ingresaron al río, y explica que el objetivo es “pagar por nuestros pecados y pedir por la salud de nuestra familia”.
Este año estuvieron en la zona de la pescadería solo cuatro personas, pero Ortega resalta que las familias ribereñas lo suelen hacer en distintos puntos del curso de agua, no solamente ahí.
Además, resaltó el hecho de que las aguas estén un poco más altas que años anteriores como un posible motivo para que la concurrencia haya sido menor, aunque la tradición, según se evidencia, se mantiene en las generaciones más jóvenes.
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De hecho, Elías Oviedo, uno de los más jóvenes del grupo, no mostró ningún temor para ir más allá y darse un “clavado purificador”, sumergiéndose de lleno en esta tradición y en las aguas del río, que además son conocidas por todos por ser turbias y, por ende, pueden esconder cualquier tipo de espécimen, más aún durante esas primeras horas de la mañana.

La pequeña Diana Oviedo también participó, sentada en el agua, de esta tradición que según la costumbre debe hacerse antes del alba.

