Los lugareños consideran a la centenaria mujer como un símbolo de la comunidad porque se desvivió por su compañía Carauguá, integrando las comisiones vecinales, deportivas y se dedicó a formar a los jóvenes y mujeres en el oficio en su casa de corte y confección.
Visitamos dicha compañía, kilómetro 45,500 y llegamos a la vivienda de doña Leopoldina, a quien encontramos rodeada de sus familiares, amigos y vecinos, pese a la dificultad para tener una conversación fluida pudo exteriorizar su alegría y el gran valor que para ella representa estar unida en familia.
Manifestó que para ella es indescriptible la emoción que está pasando y la alegría de cumplir cien años bien vividos donde cultivó amistad y piensa aún seguir disfrutando muchos años más porque se siente querida, la agasajada está bajo el cuidado de su hija, Sara Bernarda Espinosa González.
La cumpleañera estuvo casada con un Suboficial de la Marina, Antonio Espinosa quien falleció a los 72 años, hace 28 años atrás, con quien tuvo cuatro hijos, Nicodemus Fermín Espinosa, Ana Carmen Beatriz, Sara Bernarda y María Antonieta. La abuela cuenta con una nieta, siete nietos y dos bisnietos.
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Nicodemus Espinosa, manifestó que es un orgullo seguir contando con la presencia de su madre que es una bendición de Dios y más por el valor que ella representa que mantiene unida a la familia. También por las enseñanzas brindadas a sus hijos ante cualquier dificultad, “uno no debe detenerse sino continuar porque en la persistencia está el éxito”.
Parte de esa enseñanza ayudó a Nico a ser lo que es hoy en día, ella hizo que sea un conocido caricaturista, ese espíritu de artista nace “de mi madre quien fue una activa mujer, presidió la Liga Yaguaronina y el Club 1° de Marzo donde en tres ocasiones salió campeón con su equipo. Además de ser la primera directora del Instituto Andrés Barbero se jubiló en dicha institución.
Ella donó una parte del terreno para que se construya una Capilla Sagrada Familia cuya fiesta patronal se celebra el último domingo del mes de diciembre, explicó su hija Ana Carmen Beatriz Espinoza González.
La abuela aunque no gozaba de buena salud se la veía alegre disfrutando de la presencia de sus seres queridos quienes compartieron un almuerzo con los que llegaron a salud a la mamá guazú de la compañía