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“Eso no fue lo que planificamos; no había necesidad de actuar de esa forma”, dijo visiblemente molesto Godoy.
Comentó que anoche, al término de la misa de las 19:00, los militares ya pretendieron cerrar las calles y los accesos de la Basílica, queriendo desalojar incluso a los devotos que se encontraban orando dentro de la capilla. En ese momento se produjo la primera discusión, que terminó con el retiro de los militares.
Sin embargo, una situación similar se volvió a tener a la 1:30 de este viernes, cuando los militares retornaron, esta vez acompañados de policías, y comenzaron a colocar los vallados, dificultando la circulación de la gente y evitando que los peregrinos entren junto a la Virgen para rezar.
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Uno de los guardias maltrató al sacerdote diciéndole que “quién era él para intentar obstaculizar la labor de los mismos”. Afortunadamente, luego vino otra persona de la guardia presidencial y volvió a levantar el dispositivo.
Pero a las 04:00 volvieron con todo y esta vez ya no hubo caso, según manifestó el cura rector. “Se tiene que buscar otros mecanismos para brindar seguridad al Presidente; no se puede pasar por encima de los derechos de los peregrinos que vienen a rezar y a participar de la misa”, expresó, visiblemente molesto.
También opinó sobre el cordón que realizaron los militares y policías cerrando la calle Juan E. O’Leary en el medio mismo, para que el Presidente y su comitiva puedan ingresar al obispado, hecho que causó el enojo generalizado de las personas que salían de la misa y querían retornar a sus casas.
“Voy a hablar con el obispo y ver si no se puede evitar la realización del desayuno con autoridades, luego de la misa, o que se vea un sistema de seguridad más acorde. No se puede avasallar a la gente en detrimento de unos pocos”, acotó finalmente.