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Esta ciudad, rodeada de muros de contención que la protegen de las periódicas crecidas de los ríos, sufre el impacto de la acumulación de agua en cada lluvia importante, considerando que los diques evitan la rápida evacuación de las aguas.
En esta oportunidad, la caída de casi 100 milímetros de agua en un espacio corto de tiempo, sumó una gran masa de agua que se desplazó con fuerza desde los sectores altos, causó daños en murallas y construcciones, entre ellas la costanera sobre el arroyo Ñeembucú.
Momentos de angustia vivieron familias de varios barrios de Pilar ante el ingreso de las aguas de lluvia a sus casas. Mientras algunos vecinos decidieron permanecer en las anegadas viviendas, otros optaron por trasladarse momentáneamente a casas de los vecinos o familiares.
A un día del evento climático, siguen en el agua viviendas de los barrios 8 de diciembre y Juan Pablo II, ejecutándose tareas de canalización en estos sectores, con maquinarias del Ministerio de Obras Públicas y Comunicaciones (MOPC).
Sería oportuno que en el plan de construcción de las defensas definitivas, prometidas por el presidente Horacio Cartes, se incluya la construcción de viviendas para el traslado de aquellas familias que viven en lugares extremadamente bajos, en pleno reservorio de los diques de contención.
Con respecto a la Costanera, el Intendente Alfredo Stete (ANR) aseguró que las tareas de reparación que ya estaban previstas antes del temporal, pero considerando el deterioro causado por la tormenta, han sido adelantadas, y se cuenta con un aporte de G. 110 millones de la EBY para ese efecto. El Jefe comunal resaltó que la intervención, además de la reparación del daño, incluirá la pintura de la estructura, para que la Costanera este lista a mediados de diciembre. Stete significó que las tareas se iniciaron inmediatamente, considerando la proximidad de las actividades de fin de año, que incluyen la muy popular “Fiesta Hawaiana”.
La población de la capital del Ñeembucú se incrementa notoriamente a fin de año, con la llegada de pilarenses que residen en otras partes del país y el exterior, que regresan a su lugar de origen. A esto se suma la visita anual de unas 20.000 personas que se trasladan a la zona, atraídas por la tradicional fiesta en las playas del arroyo Ñeembucú.