El trabajo de Walter es recorrer diariamente el centro de Asunción y alrededores repartiendo pedidos “delivery” de la Panadería La Negrita. Como todos los días, en la mañana del martes salió en la motocicleta de la empresa a hacer una entrega. Debía dirigirse hasta la calle Presidente Franco, pero, cuando llegó a la intersección de Montevideo y Palma, se encontró con el grupo de manifestantes marchando y se le hizo imposible cruzar.
Respiró profundo y esperó con paciencia. Tal vez, en algún momento, podría hacerse un hueco. De todos modos, los días anteriores tampoco habían sido fáciles. Se le descompuso la moto particular y venía en bus, así que todos los días llegaba tarde al trabajo, pues se hacía imposible el tráfico por la manifestación.
Tenía la moto en cambio y la pasó a neutro para esperar. Fue ahí cuando se movió un poco la moto, y tal parece que eso fue lo que molestó a uno de los manifestantes campesinos. “Un señor vino directamente y golpeó mi manubrio con un garrote. Me bajé y apareció otro señor con una varilla de hierro de alrededor de un metro y medio y me pega, esta vez en la mano”, comentó Walter a ABC Color.
Por más que piensa ahora con la cabeza fría, Walter no encuentra el motivo por el que lo golpearon. “Estaban muy agresivos porque hubo otro muchacho antes al que le golpearon el auto, también estaba en el lugar una periodista, de otro medio a la que la quisieron golpear, se asustó y entró a un salón”, recuerda y trata de reflexionar.
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Continúa relatando que al bajar de la motocicleta, sacó su teléfono celular con la intención de llamar al 911, por la violencia que estaba viviendo. “Ahí nuevamente me pegó sin motivo por la mano. Mi celular se cayó y se partió contra la vereda”, contó Walter. Desde ese momento, dice que todo pasó en un segundo. “Sentí un golpe en la nuca, me quedé arrodillado en la vereda y me empezaron a dar golpes por todas partes”, rememoró.
Mujeres de un salón comercial lo auxiliaron, y un cooperativista lo cubrió para llevarlo a una lavandería ubicada a la vuelta del lugar. Si bien se sintió muy violentado, Walter defiende a los cooperativistas, pues dice que ellos lo defendieron y apartaron del lugar.
Al consultarle si agredió verbalmente al hombre, o tal vez si este le dijo algún insulto al golpearlo, Walter dice que no mediaron palabras, y agrega que, de hecho, no le interesaba responder a la agresión del labriego. “Lo único que me importaba era que golpeó por el manubrio y yo tengo que cuidar mi herramienta de trabajo (la moto)”, explicó.
Minutos después de permanecer en el salón comercial donde lo resguardaron, cuando se sintió mejor, se dirigió a su lugar de trabajo con la intención de continuar la jornada laboral. Pero, justo cuando estaba por llegar, sintió que no podía respirar.
“Como estaba cerca de Emergencias Médicas, decidí ir un ratito para un control. En la radiografía que me hicieron, encontraron que me había fracturado la costilla, cerca de la columna”.
Walter dice que, más que su costilla fracturada, “lo que más me duele es la impotencia. “No le hice absolutamente nada a nadie. ¿Qué tengo que ver yo, o el paraguayo común con esta gente? Yo solo quiero ir a mi trabajo tranquilo. Eso es lo que me da más bronca”, expresó hombre.
Por orden médica, deberá guardar un reposo mínimo de tres días. Si bien después volverá al trabajo, por indicación de los doctores no podrá hacer esfuerzos físicos por un buen tiempo, ya que los huesos de su costilla deben soldarse por sí solos.
Aunque lleva tiempo y burocracia, Walter asegura que realizará la denuncia, y pide ayuda a la justicia, así como a los medios de prensa para identificar a los agresores. “El señor que me golpeó con la varilla de hierro es un futuro asesino, no puede ser que actúa así, eso no se hace”, lamentó el trabajador.
Como si todo lo que le pasó no fuera ya suficiente, unas personas malintencionadas se comunicaron al teléfono de sus padres, que son mayores y tienen problemas de salud, para decirles que su hijo se encontraba retenido después de la golpiza y que debían entregar dinero si querían recuperarlo.
“Eso me dio mucha impotencia, porque se quisieron aprovechar de mi familia y de la situación difícil que estamos viviendo”, dijo.
