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Desde hace 25 años don Arsenio Ocampos (67) trabaja en la Dirección de Aseo Urbano de la Municipalidad de Caacupé, pero en esta época del año su trabajo se torna bastante arduo.
Se encarga de juntar las botellas y envases de todo tipo que los peregrinos arrojan en la plazoleta de la Basílica, un sitio sagrado de oración. No obstante, el asegura que tal vez por el cansancio la gente decide arrojar los desperdicios en cualquier lado y no utiliza los tachos colocados para el efecto en todo el entorno.
Empezó su labor hoy a las 06:00 de la mañana y la completó a las 16:00 luego de haber llenado unas 30 bolsas con los desperdicios. Es evidente la falta de conciencia de la feligresía que acude a Caacupé pues pese a la existencia de tachos o basureros la basura es lanzada a cualquier parte.