Un perseguido del EPP

Luis Lindstron fue una de las tantas víctimas del autodenominado Ejército del PuebloParaguayo (EPP). El grupo criminal nunca lo dejó tranquilo, según lo dijo en reiteradas ocasiones. Era una de las personas que más sabían de la banda delictiva.

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Exintendente de Tacuatí y próspero ganadero de la zona, Luis Lindstron era una persona muy sencilla y querida por los lugareños. Con su perfil bajo, trabajaba a diario, pese a que la sombra del EPP estaba pegada a él.

Su vida tranquila cambió en la mañana del 31 de julio de 2008, cuando llegó a su estancia”Viudita Cue”, ubicada en Kurusu de Hierro, departamento de Concepción.

Ingresó a su estancia y observó que algo no estaba bien entre sus empleados; en ese momento fue tomado por personas fuertemente armadas y vestidas con ropa militar.

Su calvario empezaba ese día en que estuvo en la estancia, sin que nadie se percatara de la presencia de los criminales. Al día siguiente, la temible figura de Osvaldo Villalba, supuesto líder del EPP, agarró a Lindstron por la fuerza para llevarlo hasta su camioneta Toyota Hilux y emprender camino hacia los montes de la zona.

Por el camino, una luz de esperanza apareció, porque los policías llegaron a la zona; hubo un enfrentamiento a balazos, pero los delincuentes se abrieron paso y se refugiaron en el monte con la víctima.

Los peores días de su vida los tuvo Lindstron en el monte, maniatado y custodiado por delincuentes fuertemente armados; aislado de todo. Solo debía esperar el desenlace.

Los captores se comunicaron con Aníbal Lindstron, hermano de la víctima, y le pidieron un rescate de US$ 130.000. En la noche del 8 de setiembre de 2008, Aníbal apareció en un camino rural con el dinero; se le acercaron dos personas, Villalba y Manuel Cristaldo Mieres, para el cobro del monto.

La angustia entre los Lindstron aumentó porque, pese al pago del rescate, no aparecía Luis, hasta que en la madugada del 12 de setiembre la historia tendría un final feliz.

El chofer de un colectivo que iba a Horqueta divisó a un pasajero en la Calle 7, quien subió y se identificó como Luis Lindstron. Estaba sano y salvo, para alegría de los suyos. El bus lo llevó a Horqueta, donde fue asistido por un médico.

Intentó nuevamente llevar una vida normal, pero el 4 de agosto sucedió algo que le confirmaría que no iba a ser así. En el patio de la casa del aquel entonces dirigente social se halló enterrado un termo con US$ 28.000 en su interior.

Ese dinero formaba parte del rescate que la familia Lindstron pagó por la liberación del ganadero. Además, confirmaba que Ramos y su esposa Lourdes Ramírez se acoplaron al EPP.

Meses después, la Fiscalía entregó el dinero a Lindstron, quien lo retiró del Ministerio Público Antisecuestro en Asunción.

Cuando llegó a Tacuatí, una llamada a su celular le exigió que devuelva el dinero al EPP. Por temor a represalias, accedió al pedido.

En conversaciones informales con la prensa, Lindstron contaba que no tenía guardias porque el EPP ya no tenía más nada que sacarle.

Lindstron explicaba que el EPP conocía todos sus pasos y que ni recurriendo a guardias lo iban a parar, por lo cual optó por seguir su trabajo. Incluso decía que ni los policías ni militares podían hacer frente al grupo criminal.

En un gesto de colaboración, donó parte de su predio a la Policía Nacional en diciembre de 2011. En ese sitio se habilitó un cartel para policías especializados en operaciones rurales.

Su vida acabó finalmente este viernes, al momento de estar haciendo lo que más le gustaba: trabajar. Desconocidos, posiblemente del EPP, lo acribillaron desde el monte.

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