¡Ah, los exa, qué tiempos aquellos!

Mirá Pipo, ¡qué envejecido está! Lore parece una péndex, ¡quién sabe cuántas cirugías se hizo la vieja! Esa panza de Pirulo está por reventar y Susi tiene chongo nuevo. ¡Ah, no hay nada como la cena de fin de año de los exa para criticar a los perro!

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La cercanía de la Navidad y del Año Nuevo convoca a muchos encuentros de familiares, vecinos, amigos y los ex compañeros de colegio. La cena de los exa suele ser la más divertida porque los muchachos y las chicas (que ahora ya son bastante grandecitos) aprovechan para recordar los buenos tiempos de su época de estudiantes, a la par que se ponen al día con los chismes en cuanto a la vida particular de cada uno.

Tras los abrazos y besos iniciales, empiezan las primeras bajadas de caña por el aspecto físico de los contertulios. Entre los muchachos abundan las críticas sobre los que tiñen sus canas, los que parecen mucho más viejos de la edad que tienen, los que portan grandes rollos sobre la cintura y también algunos que, al parecer, se mantuvieron en tambores de formol porque lucen tan jóvenes como antes.

Entre las chicas, los comentarios en voz baja son mucho más ácidos. Maru ya lleva como diez cirugías, Ana Paula se hizo la manga gástrica y bajó 40 kilos, Jaz vino mal vestida y despatarrada como siempre, la mosquita muerta de Lupe ya anda con su cuarta pareja, Carmencha fuma y echa humo como tren a leña, Gaby, con su escote hasta la cola, le baja a la birra como loca y así sigue la función.

En algún momento, empiezan las mismas anécdotas de siempre: cómo se hacían los copiatinis en los exámenes, quién era el más burro de la clase, qué hizo fulana cuando se le descosió el short en la gimnasia, cómo se ingeniaban los perros para sacar buenas notas con la profe de historia, quién lanzó el avioncito de papel con una declaración de amor a la teacher de inglés, cómo uno de los perro casi murió de coma alcohólico en las playas de Camboriú, etc., etc.

A medida que trascurren las horas y la espumante bebida va haciendo efectos, a algunos se les traba la lengua, otros empiezan a cabecear medio dormidos, a alguien le agarró el ka'u argel, el Gordo, en pedo, se tiró a la pileta, el tenor Papi quiere hacer karaoke y el pesado de Pepe despotrica contra los curas del colegio porque él ahora dice que es ateo.

No falta el cara larga que solo habla de enfermedades y medicamentos y recuerda además a quienes ya no pueden estar en la fiesta porque tomaron la carroza de vuelta a la eternidad. La morena arrepentida que ahora es rubia lo trata de pájaro de mal agüero y le pide que se calle.

Pasada la medianoche, los celulares ya suenan porque algún cónyuge o pareja reclama la vuelta a casa. Las adictas al Facebook y a Instagram toman fotos de cualquier cosa.

Muchos pedazos de torta se desparraman por ahí. Caminar bien rectos se hace difícil. Dos o tres fanáticos hacen hurras a la promoción de tal año. Alguien discursea sobre la importancia de la amistad para siempre. Entre brindis y abrazos, la festichola se va acabando; cada uno retorna a su nidal y empieza el tiempo de espera hasta el próximo encuentro de los exa.

ilde@abc.com.py

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