Congreso popular

Cuando los representantes no satisfacen al pueblo, ya no tienen razón de ser. Es el caso paraguayo desde hace 28 años. En consecuencias, llegó la hora de la disolución de este “congreso representativo” y su relevo por uno netamente “popular”.

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La nefasta experiencia de sustituir a una tiranía personalista como la de Alfredo Stroessner por una tiranía corporativa de los tres poderes, ha sumido aún más al estancamiento y retraso de la república. El éxodo forzoso de los paraguayos hace que su país este afuera y no adentro, es el infierno más calcinador que puede sufrir un desenraizado o “desterrado”.

El escaso desarrollo cultural, el exiguo cultivo del intelecto y la casi nula revelación del otrora indómito carácter, han posibilitado la capitulación, la delación, la insidia y la desunión de todos los paraguayos. Largas opresiones de todo tinte, han dejado su sello de avería y profanación de aquellas cristalinas surgentes guaraníes: el ser y su cosmovisión.

A pesar de ello, una tenue luz solar alumbra el amanecer del Paraguay. La quema del congreso ha representado una excelente simbología, lástima que no la haya convertido en cenizas. El éxito de los comuneros no fue completo, fue una victoria pírrica. La hoguera ha sido utilizada en otras épocas, aquellos ciclos muy parecidos a este tiempo en donde los actores y componentes se asemejan en sus desvaríos, cinismos y elucubraciones.

Está visto que la ciudadanía debe ocupar los curules del parlamento, desalojando a esos ocupantes accidentales, casuales o circunstanciales y así utilizar sus atribuciones soberanas, ejerciendo por decisión y derecho propio, todas sus funciones, sesionando públicamente para convertirlo en un auténtico “congreso popular” sin intermediarios ni exclusiones y sin servilismo a capangas de mafias coordinadas.

En las tres décadas posgolpe, la basura política se ha enseñoreado en el Paraguay, no se ha renovado y tampoco han permitido que ello ocurra. Se han abroquelado con una coraza indestructible llamada “lista sábana” y la ocupación del comando central llamado TSJE, una vulgar costurera de resultados. Cada 5 años va empeorando el espectro animal. Ahora está poblado de simios.

Pero la abolición del parlamento no es la única labor que le espera a la población. Esta tarea deberá ir acompañada por la derogación de los decretos existenciales que dieron nacimiento, vida, acción y gracia a los partidos colorado y liberal, infaustas cofradías en la historia política de la república. Todo nace, se reproduce y muere. Estas camarillas, con más sombras que luces, están totalmente vaciadas de contenido.

El tiempo nuevo exige líneas de pensamientos comprometidas; puntos de inflexión y modelos de ejecución innovadores, revolucionarios, auténticos y diferentes; una praxis que aplaste el ocaso, la obsolescencia y la inutilidad que genera el cretinismo. Por acción u omisión, los presidentes, ministros e integrantes de los tres poderes, han delincuenteado en todo este tiempo y uno a uno deberá pagar sus faltas al común.

Producir la ruptura del sistema imperante es lo mejor que le puede pasar al Paraguay. Ello será un regalo de Dios, una bendición. Despertar el antiguo coraje y avivar la inerme convicción de nuestro pueblo, protagonizará la extinción de sus órganos enfermos y viciados que trituraron la república, promoviendo el advenimiento de su propia y nueva emancipación ética y moral, tal vital para la virtud y la fortaleza.

Todos los días, el campesino sufre, llora y muere. Le han quitado lo más preciado, la tierra, la siembra, el sustento, el agua, la flora, la fauna; en suma: el hábitat, la patria ¿Qué más le queda?... la nada… aun así, se resiste a la inmolación… ahora son envenenados, rociados con agrotóxicos; desalojados, incendiados y remangados al vacío de la calle… deambulando sin fin, como si fueran comadrejas.

¿Y si el cultivo es destruido y el rancherío quemado, por qué no se podría carbonizar este congreso de granujas, patanes y traidores?... Es lo mismo, da igual, ¿o acaso son especímenes superiores o seres de otro planeta?… Ante el perverso invasor, el paraguayo va quedando sin pertenencia, malogrando su más apreciable tesoro: su identidad, su fe y su dignidad.

Los corsarios, los kamba, los mamelucos o bandeirantes, de nacionalidad brasilera, no perdieron sus mañas usurpadoras o confiscatorias y muy especialmente, su mentalidad absolutista imperial y opresora, que para suavizar y despistar su presencia expoliadora dentro del territorio nacional paraguayo, se bautizaron de ciudadanos “brasiguayos”.

Calificativo compuesto que pule, mengua y allana para dejar entrever que a pesar de ser brasileños oriundos o por adopción; eligieron y optaron por la nacionalidad paraguaya, debido a una “bondad” manifiesta, apelativo que no es chicha ni limonada. Un híbrido que solo sirve para mostrar que cada vez hay menos paraguayos en esta geografía.

Estos bucaneros tienen todo de “brasi” y nada de “guayos”; les brota por los poros. Con su cultura a cuesta, aborrecen y desdeñan a los dueños originarios de estas tierras, utilizando todos los métodos necesarios para alzarse con el botín de las tierras y su fecundación, fortuna que emigran hacia otras latitudes sin dejar tan siquiera las migajas en el país.

Es la tierra roja paraguaya donde empieza a ondear banderas verdeamarillas, a percibir civilización brasileña, a relacionarse en portugués y a vivir esclavizados a costumbres foráneas, totalmente antiparaguayas. La “identidad nacional” es el acérrimo enemigo de los invasores, es el freno a todos los propósitos insanos, por eso el esfuerzo de satanizar y extinguir esta esencia o atributo.

Desde el Tratado de Tordesillas (07-06-1494), hace más de 500 años, se pasan atracando las tierras guaraníes. Así, al llegar al Siglo XIX, los piratas diseñaron una guerra bajo la Triple Alianza con el sustento de un “tratado secreto”, donde se procedía a la repartija de todos los territorios del Paraguay. La desaparición de nuestra república sigue latente y vigorosamente alimentada, por eso ejercitan el saqueo sistemático de cuanto resta del patrimonio paraguayo.

Encima, los vencedores escribieron la historia después de prorratearse grandes extensiones territoriales, para llegar al siglo XX donde atropellaron como tantas veces al Paraguay, a los efectos de arrancar los Saltos del Guairá y construir a cambio la Represa de Itaipu en tierras ancestrales paraguayas, pero al entero servicio del Brasil.

Hoy, los brasileros están presentes en las barbas de Asunción sin disparar un solo tiro. Los métodos geopolíticos de Itamaraty han cambiado pero no sus propósitos. Se han vuelto altamente efectivos con sus “fronteras móviles”, incluso exportando malhechores. Caaguazú, Coronel Oviedo, Villarrica, Misiones, Paraguarí y Caazapá, están copados de “rapái”, succionando lo último que detenta el Paraguay profundo.

En la actualidad ya han ganado el Chaco penetrando por los cuatro puntos cardinales a la vista de los tres poderes y la complicidad de sus componentes. El robo y la expoliación siguen impunemente salvaje y no pararán hasta derribar el último árbol, hasta liquidar al último aborigen, hasta acabar al Paraguay y los paraguayos. La guerra contra el Brasil continúa, jamás acabo y solo los gobernantes siguen sumisos y sobornados.

Precisamente, estos “guardianes de la república” aposentados en los tres poderes de la nación, se abroquelaron para ganar más de Gs. 40.000.000 c/u, sin tomar cartas en el asunto, dando la espalda al nacionalismo y a todo un pueblo que se niega a morir por culpa de los impíos, perjuros, adúlteros. Estos son los altruistas que echaron en gorra a la patria.

Nobleza obliga, por una cuestión de sentido común: llegó la hora de la paliza popular.

alcandia@abc.com.py

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