El periodismo, ¿una profesión en vías de extinción?

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Gabriel García Márquez decía que “el periodismo es el mejor oficio del mundo”. Si todavía viviese, el gran “Gabo” seguramente replantearía su opinión o se preguntaría si no revivió en Macondo.

En nuestros días, los hombres y mujeres de prensa trabajan en una maraña de medios tecnológicos que complican seriamente su apasionante misión de buscar y difundir la verdad.

Los viejos tiempos del periodista con lápiz, papel y una máquina de escribir forman parte de una historia nostálgica, al igual que las salas de máquinas con tipógrafos luchando con letras invertidas de plomo y tinta negra.

La informática, internet y los nuevos medios tecnológicos sepultaron el estilo tradicional de la labor periodística y produjeron el cierre de muchos medios prestigiosos impresos en papel. Algunos teóricos estiman que solo es cuestión de tiempo para que los periódicos impresos desaparezcan totalmente. ¿será cierto?

La razón de ser y la esencia del periodismo ha sido y sigue siendo tratar de conocer todos los hechos que ocurren en la sociedad, particularmente la manera concreta en que los gobernantes disponen de los bienes y recursos del pueblo y la honestidad, justicia y transparencia con las que utilizan el poder político.

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No es buen periodista aquel que difunde lo que las autoridades ponen a su conocimiento sino aquel que investiga, pregunta y luego publica lo que los gobernantes pretendían ocultar. Este objetivo central de la prensa no ha variado sino que se ha vuelto complejo, engañoso y muy difícil de conocer con claridad.

Hace medio siglo, los periodistas tenían la exclusividad de los medios para informar al público sobre lo que estaba pasando en el país y en el mundo. Ese privilegio se ha perdido para siempre pues en la actualidad existen múltiples medios de comunicación que, literalmente, saturan el amplio espectro de la información dirigida al público en general.

Internet es el instrumento principal por el cual circulan centenares de medios informativos e interpretativos sobre todos los temas posibles de imaginar. Periódicos digitales, páginas web, blogs, videos, youtubers y las redes sociales como Facebook, Instagram y Twitter esparcen por el mundo millones de noticias, comentarios y materiales audiovisuales de muy variado contenido.

En esta enorme y emarañada red de textos, fotografías y videos sobre cualquier tema, la verdad se convierte en la aguja en un inmenso pajar. En esta nube que cubre el planeta, el presidente Putin dice su verdad, los terroristas del Estado Islámico proclaman su ideología, Coca Cola presenta su nuevo envase, Barcelona gana al Rel Madrid, Madona canta con Maluma y el Clan Zacarías Irún reivindica su honestidad.

En este marco de un mar de confusiones y teorías contrapuestas, quienes anuncian la muerte del periodismo están muy equivocados. Los “community manager” supuestamente reemplazan a los periodistas, pero no es así. Estos profesionales se encargan de manejar las redes sociales al servicio de empresas o de personajes políticos; por tanto, solo son versiones actualizadas de los antiguos relacionistas públicos.

El gran desafío profesional que solo los periodistas pueden afrontar sigue siendo preguntar, investigar, conocer y difundir la verdad que los gobernantes y los grupos de poder en general esconden. Por supuesto que los instrumentos han cambiado y hoy día la computadora y las plataformas que provee internet son las herramientas imprescindibles para averiguar cómo se roban los fondos públicos, de qué modo se trafican influencias desde altos cargos, cómo se sobrefacturan las obras públicas, quiénes son los parientes y amantes que se pagan con sueldos estatales, etc.

Si nuestro país no tuviese periodistas capaces y valientes, González Daher seguiría siendo presidente del Jurado de Enjuiciamiento de Magistrados, la “niñera de oro” de Víctor Bogado continuaría cobrando sueldos en Diputados y en Itaipú, Horacio Cartes ejercería su segundo período, los Zacarías Irún tendrían más plata ilegalmente obtenida, Darío Messer sería un honorable inversionista, Enrique García no hubiese renunciado a la contraloría, etc.

Los totalitarios, los corruptos, los inmorales, los usureros y los delincuentes en general siempre tendrán en contra a los periodistas capaces y con ética profesional. La prensa cambia de rostro y utiliza nuevos ropajes, pero una sociedad que quiera vivir en democracia y en libertad no puede prescindir de ella. Sin periodistas libres, nunca habrá una patria soñada.

ilde@abc.com.py