“Encuestruchas”

Este artículo tiene 8 años de antigüedad
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En la guerra política vale todo, piensan algunos de nuestros estrategas de campañas proselitistas.

En estos días, empezaron a circular en las redes sociales algunas “encuestruchas”, es decir, supuestas encuestas de intención de votos en las internas partidarias que son falsas, con el fin de influenciar o confundir a los potenciales electores.

En nuestra azarosa vida política, las encuestas en tiempos electorales han sido utilizadas como armas de propaganda más que como una fuente seria de información sobre el parecer de la opinión pública acerca de los candidatos a cargos estatales.

Una encuesta realizada por una empresa seria, profesional, a cargo de técnicos especializados, constituye una forma de conocimiento de la realidad que se obtiene a través de las ciencias sociales. Existen las teorías académicas, los instrumentos y las prácticas suficientes como para que los resultados que arrojan las encuestas se aproximen bastante a los números definitivos que luego presentan las urnas.

Los técnicos realizan un muestreo de la población que está en condiciones de votar e inscrita en el padrón respectivo, se predeterminan los posibles entrevistados con base en la distribución de la población por zonas, por sexo, por edad y se aplica un sistema aleatorio de selección de modo a garantizar la legitimidad y representatividad de la muestra. Consultando la intención de voto de 1.500 a 2.000 personas, la encuesta anticipará con bastante exactitud los porcentajes de cómo votarán los ciudadanos.

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Esta ciencia tuvo excelentes resultados en los recientes comicios legislativos en la Argentina. Por citar un ejemplo, las diez empresas más conocidas de la capital porteña acertaron casi exactamente los resultados de las elecciones de senadores por la provincia de Buenos Aires. Tres encuestas diferentes tuvieron un margen de error inferior al 1%, en la disputa entre Esteban Bulrrich y Cristina Kirchner.

En nuestro país, lastimosamente, los encuestadores todavía tienen que aumentar su sabiduría, manejar mejor los instrumentos científicos y, además, adoptar una postura ética intransigente para ganarse la credibilidad de la gente.

Recordemos que en los distintos comicios presidenciales y municipales, algunas encuestas se acercaron a los resultados y otras pifiaron bastante lejos. Antes de las elecciones generales de 2013, cuatro de las principales encuestadoras coincidieron en que iba a ganar Horacio Cartes: Grau dijo que con el 45%, Ica con el 41, First con el 37 y Geo con el 36%, en tanto que a Alegre le anticipaban una derrota con el 28 al 36%. En los hechos, Horacio obtuvo el 45% y Efraín el 37%.

Como ahora hay una reñida puja electoral en los comicios internos de los colorados, tanto los seguidores de Santiago Peña como los de Mario Abdo Benítez hacen circular encuestas en las que ambos se adjudican una victoria por varios puntos. Es evidente que estamos hablando de “encuestruchas” porque en la realidad es imposible que las de uno y otro bando sean fidedignas y confiables pues las diferencias en los porcentajes de preferencia son muy grandes.

Suponemos que los jefes de campaña de ambos movimientos manejan las encuestas de verdad, pero no las dan a conocer por motivos de estrategia. Tampoco hay que desconocer que algunas firmas encuestadoras tienen la tendencia de “encontrar” resultados favorables a quienes les pagan por el trabajo.

Estando así las cosas, por ahora, más vale no perder el tiempo leyendo supuestos resultados de ninguna encuesta.