Gobierno ladrón

Apropiación, despojo, saqueo, desplume, expoliación, pillaje… Robaron el sufragio del pueblo sin retaceos. La ratería de las elecciones fue lenguaraz y repugnante. Los votos se llevaron en sus calcetines. Un atentado a la razón y a la civilidad.

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 Pero el pueblo terminó por descifrar el atraco. Supo que fue engañado, birlado y despellejado. Nunca la fechoría logra su perfección, basta una pista para caer y quedar al descubierto. El entusiasmo por sus estratagemas, los traicionó. Se delataron por sí solos. Su rara y sospechosa conducta, levantó la perdiz y ese revoloteo mostró todo el arsenal del malevaje cubierto por la maleza.

La sustracción estaba decida y acordada. La coima preparada para aterrizar en las manos. La dupla Cartes-Marito demostró que carece de escrúpulos. Ambos tienen el mismo origen, provienen del mismo cuño, de un ambiente plagado de vicios, dispensas y contaminaciones. Con esta violación, se confirma que la corrupción es cada vez más gigantesca y que en Paraguay campea el sadismo.

Silenciosamente urdieron el atropello y las metamorfosis, pero al revelarse sus tramoyas, estas elecciones se convirtieron en burdas y nulas, por lo tanto, deberán ser convocadas nuevamente… claro, si la legalidad gobernara. Pero como ocurre lo contrario, con el régimen de la mafia, la ilegalidad se impone bajo la indiferencia, la quietud y los hechos consumados.

Los “coloretes” (falsos colorados) están acostumbrados a robar. Lo hicieron siempre, está impreso en su ADN. Estos intrusos le robaron el partido a los auténticos colorados y le robaron el estado al pueblo paraguayo. Roban todo lo que encuentran a su paso. Son como los monos, que hasta los huevos de las gallinas se llevan para quebrar y engullirse.

No conformes, ahora se roban las votaciones de la gente. Cada 5 años asaltan al pueblo en las elecciones generales, con Stroessner o sin él. Desde 1989 lo vienen acometiendo. Incluso hay delatores confesos de todas las fechorías pasadas y actuales. No conciben ganar de otra forma que no sea con trampas y maniobras.

Cuando quisieron ser legalistas y plantearon un “juego limpio”, perdieron catastróficamente contra Fernando Lugo. Lo mismo sucedió ahora. Con legalidad perdieron por demolición, pero la estafa para modificar y liquidar el resultado ilegalmente, estaba latente y agazapada para rubricarlo. Así consumaron el ultraje.

En un escenario de “juego limpio” pierden de aquí a la luna, pero en el desarrollo del “juego sucio”, siempre ganan por goleada. Esta es la premisa de los corsarios de la política que se llevan el país en carretillas. El “clan colorete” se adueñó del país y hace lo que quiere porque hasta ahora, nadie se decidió en tumbarlos.

A la cúpula del oprobio, jamás le interesó la voluntad popular, porque el robo como método fue desarrollado imponiéndose así un sistema de gobierno. Alfredo Stroessner robaba discrecionalmente. Tuvo 7 reelecciones, incluso ganó en una de ellas por 90%. Robó e hizo robar todo lo que encontró a su paso. Su herramienta de vida, fue el robo.

Luego vendrían otros sonados sucesos de escamoteos como aquel de Juan Carlos Wasmosy, cuando en las elecciones generales fuera derrotado por Luis María Argaña y el propio general Lino César Oviedo junto a su séquito, le birlara la victoria alterando los números en la caballería, emergiendo Wasmosy de perdedor a ganador.

Muchos fueron cocinados al espiedo. También Nicanor Duarte Frutos le trituró a Osvaldo Domínguez Dibb en las internas. Entre los liberales son conocidos los casos de Domingo Laíno, Mateo Balmelli, los Franco, etc. En ambos partidos tradicionales demuestran una entrañable querencia por el tapujo.

Nadie olvida cuando el 09-12-2016, la ANR lanzó su campaña “Que la gente decida” para forzar e intentar la reelección de Horacio vía enmienda de la CN. Para ello, llamaron a la recolección de firmas, pero ¡oh sorpresa!, se armó un mosaico de fantasmas y extraterrestres.

Una colección de firmas apócrifas y de personas fallecidas, que en número de 69.000, refrendaron la proenmienda. Un fato mal concebido, que desenmascarado, generó disturbios, entre ellos, quema del Congreso; allanamientos y asesinato del líder liberal Rodrigo Quintana.

Esta flagrante violación de la Constitución Nacional que se pretendió llevar a tambor batiente, trajo heridos a granel como el diputado Édgar Acosta, un tendal de arrestados, querellados y exiliados, desatando una ola de persecuciones inmisericordes, una carnicería política que se encuadró dentro del esquizofrénico terrorismo de estado.

Innumerables delitos de lesa humanidad -que no prescriben- fueron cometidos abiertamente por el gobierno de la mentira de Horacio Cartes, siendo amparado hasta la fecha por la mafia sectaria del partido colorado y sus abyectos. El hampa corporativa de los tres poderes opera sin cesar para que el susodicho no sea condenado ni vaya al seguro presidio.

Tampoco la ciudadanía olvida cuando tres meses antes de las internas (17-12-2017), Marito enseñó y explicó a los votantes cómo robar a Cartes en las elecciones diciendo: “Creen que solo ellos tienen plata. Yo también tengo dinero para mis caprichos. Vamos a empapelarnos con plata, la añamemby”; y seguidamente indicó los pasos para trasgredir las votaciones: “paso 1, paso 2, paso 3, etc…”.

Como se ve, todo lo expuesto es rapacería, cultura del robo, impregnada en la psiquis de los delincuentes políticos. Haber robado la voluntad popular en estas últimas elecciones generales, es solo la confirmación de los hábitos y el statu quo de la putrefacción que reina en la República del Paraguay.

El robo de las votaciones es un fato que nació de antemano en la lavandería (lavafato), porque desde su génesis se programó para que las cúpulas de los partidos viejos y arcaicos, sigan sin pestañeo bajo el néctar del continuismo embriagador. Todo el acto eleccionario, se armó para que la oposición no gane, bajo ninguna circunstancia.

Los “buitres coloretes” bajo la capitanía de Cartes y su lugarteniente Marito, tan hambrientos como insaciables, se hallan zambullidos en sus pestilencias, arrastrando a los paraguayos a una contaminación completa, el inacabable martirio de varias generaciones.

alcandia@abc.com.py

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