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Desde tiempos tan remotos existe la conciencia de que algunos ídolos de la gente tienen sus pies de barro, es decir, no son lo que parecen y a veces surgen a la luz pública sus debilidades humanas, ciertos aspectos de su personalidad que permanecían como secretos bien guardados.
En los últimos días se conoció una resolución de un juez federal de Buenos Aires que pidió “código rojo” a la Policía Internacional para el futbolista Jonathan Fabbro, actualmente jugando en el balompié mexicano. La orden judicial implica que el deportista debe ser detenido por la Interpol en cualquier parte del mundo.
Recordemos brevemente que Fabbro fue un verdadero ídolo en sus años juveniles, tanto en Argentina como en nuestro país, por sus extraordinarias dotes como jugador de fútbol y hasta se nacionalizó en Paraguay para integrar nuestra querida Albirroja. Aquí se puso en pareja con la hermosa modelo Larissa Riquelme.
La otra cara del éxito apareció hace algún tiempo cuando los padres de una adolescente argentina lo denunciaron por abuso sexual de una menor. Tras iniciarse los trámites judiciales y presentarse las pruebas ante los tribunales, ahora el juez Santiago Quian Zavalía ordena su captura internacional.
Según el texto remitido por la justicia a la policía supranacional, a Fabbro "se le atribuye haber abusado sexualmente de una menor de 11 años entre los años 2012 y 2016. Los abusos habrían consistido, entre otros, en tocamiento en partes de su cuerpo, someterla a que le practique sexo oral y masturbación que empezaron a los 6 años aproximadamente".
Como factores agravantes del delito, el documento legal argumenta que la adolescente tenía menos de 13 años y, además, estaba bajo el régimen de guarda a cargo del jugador que actualmente reside en México.
Paralelamente, también en nuestro país Fabbro enfrenta una acusación de abuso de una niña, aunque esta causa recién está en sus tramos iniciales y todavía ni fue imputado por la fiscalía.
Ante estos hechos, uno no puede menos que pensar qué pasa en la mente de un hombre que lo tiene todo: fama, riqueza, bellas mujeres, hijos, admiración popular y..., sin embargo, todo eso no le resulta suficiente y abusa sexualmente de una pobre e indefensa niña puesta a su cuidado.
Los casos de gente famosa que comete delitos graves son una constante en la historia del devenir de la humanidad. “Soy hombre y nada de lo humano me es extraño” dice la frase escrita por Publio Terencio Africano (siglo II a.C.) en su comedia Heautontimorumenos (El enemigo de sí mismo).
Pese a que en todos los tiempos hubo muchas personas que protagonizaron hechos terribles y demenciales, siempre resulta una gran decepción que algunos ídolos populares sean descubiertos en actividades absolutamente inaceptables e indignas del ser humano.
Es bueno que las atrocidades cometidas por los grandes ídolos de los medios de comunicación se conozcan; así, de tanto en tanto, aprendemos que la fama y la riqueza a veces encubren la pobreza espiritual y miserable de los falsos astros de nuestro mundo.
ilde@abc.com.py