La invasión, según Nicolás Maduro

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En las últimas semanas, la idea de la invasión militar norteamericana a Venezuela ha estado presente en cada una de las declaraciones de dirigentes bolivarianos y el momento culminante ha sido la conferencia de prensa de Maduro dando detalles del ataque.

Cuando Nicolás Maduro llama a una conferencia a prensa, nadie debería esperar un discurso tedioso o aburrido. Los asistentes con seguridad se encontrarán con algún nuevo y paranoico “secreto” descubierto por su “leales militares” o por supuestos amigos infiltrados en cualquier lugar del mundo, incluida la propia Casa Blanca en Washington o los altos mandos militares del Brasil. 

Hoy Venezuela atraviesa la peor crisis social, económica y política de su historia, tras veinte años de un gobierno que ha implantado un modelo político al que llaman Socialismo del Siglo XXI y que sigue el delineamiento de la Cuba castrista. 

El pasado 12 de diciembre, Nicolás Maduro reveló detalles de cómo el “imperialismo gringo” tiene lista una invasión militar a Venezuela, con el apoyo de Colombia y Brasil. 

Como otras tantas veces, el sucesor de Hugo Chávez en el Palacio de Miraflores, inició su exposición descalificando a personalidades de países con los que no tiene buena relación. 

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En un pasado cercano, los ex presidentes colombianos Álvaro Uribe y Juan Manuel Santos fueron su blanco favorito. En esta ocasión le tocó el turno a Iván Duque, actual presidente de Colombia, a Hamilton Mourao, vice presidente electo del Brasil y muy especialmente a Jonhn Bolton, ex embajador de los EE.UU. en Venezuela. 

Al tiempo que exhibe una imagen del vicepresidente del Brasil, Maduro se exalta y expresa lo siguiente: “En el gobierno entrante del Brasil, cada uno es más loco que otro y éste, que aparece con cara de loco a lado de Bolsonaro, es quien dice que el Brasil va a invadir a Venezuela. Me imagino que ese loco cobarde va a venir al frente de las tropas”. 

De repente las acusaciones cambian de rumbo hacia Colombia y EE.UU., “John Bolton habla de un plan para asesinarme, lo digo con nombre y apellido” y el gobierno de Iván Duque, que no quiere relaciones con Venezuela, es cómplice de John Bolton para traer violencia a nuestro país”. 

En otro momento de la conferencia de prensa, Nicolás Maduro denunció que en el municipio de Tona, al norte de Colombia, un grupo de 734 mercenarios colombianos y venezolanos, están siendo entrenados para apoyar la “invasión” que incluirá el asesinato del mandatario venezolano. 

“Se está entrenando a un grupo paramilitar a quienes llaman el G8, los ‘gochos’ (sic) los llaman, y es parte del plan de John Bulton para hacer acciones de falso positivos, de falsa bandera”. 

Este supuesto plan es la punta de lanza de una invasión militar conjunta de fuerzas norteamericanas y colombianas que, palabras más y palabras menos, está “a la vuelta de la esquina” para Maduro. 

Desde la base aérea de Eglin en Florida, se lanzarán ataques hacia objetivos en territorio venezolano que neutralizarán las bases aéreas Libertador y Barcelona y la base naval de Puerto Cabello, al mismo tiempo que un grupo de oficiales de las Fuerzas Armadas Bolivarianas de Venezuela (FANB), realizarán un pronunciamiento de apoyo a la invasión. 

Para lograr la adhesión de este grupo de militares, los gobiernos de EE.UU y Colombia habrán utilizado 120 millones de dólares para comprar la conciencia y la lealtad de los mismos y el hombre clave en esta operación es un coronel venezolano de apellido García Palomo, quien opera desde Colombia y a quien se lo busca por “aire, tierra y mar”, según Maduro. 

“Yo no quiero alarmar a nadie con esto”, dice Maduro, para luego denunciar a la base aérea de Tolemaida en Colombia, como otro lugar donde entrenan mercenarios con un único propósito: “Atacar a Venezuela”. 

Desde Tolemaida, las fuerzas invasoras (llamativamente todas con uniformes venezolanos) tienen previsto poner bajo control a las poderosas unidades militares venezolanas con asiento en Zulia, Táchira, Apure y Amazonas. 

La perorata de Nicolás Maduro habría causado risas a cualquier profesional militar que lo escuchara, pero para los altos jefes de la FANB presentes junto al propio Ministro de Defensa, Vladimir Padrino, las razones expuestas por el Presidente, eran seguidas con una seriedad asombrosa, como si se revelara un gigantesco plan secreto cuya divulgación paralizaría al mundo y cambiaría a historia.