Con el tiempo, algunos de sus miembros se convirtieron en secuestradores y guerrilleros armados sin dejar de lado la militancia política porque también se presentaron, a principios del 2000, en las elecciones generales. En las urnas fracasaron rotundamente, pero sí tuvieron éxito en la industria del secuestro extorsivo de personas pudientes, habiendo sido su primera víctima la señora María Edith Bordón de Debernardi.
En forma paralela a la campaña y triunfo de Fernando Lugo en los comicios generales (2007/2008), se formó oficialmente el grupo criminal autodenominado Ejército del Pueblo Paraguayo (EPP), con base en campamentos ambulantes de los departamentos de Concepción y San Pedro. La banda es responsable del secuestro y asesinato de varios propietarios de estancias, agricultores, policías y militares.
Con el trascurrir de los años, algunos integrantes del grupo original del EPP se fueron desmembrando y formando sus propias agrupaciones terroristas, tales como el Ejército del Mariscal López (EML) y la Agrupación Campesina Armada (ACA), esta última ya desaparecida. En la tarde del pasado domingo, apareció un nuevo grupo armado que atacó la estancia Oro Verde del distrito de Arroyito, departamento de Concepción.
Tres hombres y una mujer, vestidos con uniformes camuflados, fuertemente armados, irrumpieron al caer la tarde en la estancia Oro Verde, tomaron de rehenes a los trabajadores del lugar y procedieron a quemar un tractor, una topadora y dos camionetas, además de destruir el tanque de agua y el generador de luz.
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Este brevísimo recuento de la historia de los grupos criminales armados que azotan principalmente la región norte del país, nos pone ante la evidencia de que las bandas organizadas de secuestradores y asaltantes no solo no han desaparecido sino que van en aumento. Este tercer grupo en operación terrorista estaría conformado por exmilitantes del EPP y del EML.
Dentro de poco, el nuevo grupo probablemente hará su presentación difundiendo su nombre y entonces tendremos el nacimiento oficial de un hijo más del sistema de bandas criminales que operan en el país.
La proliferación de estas organizaciones de hombres y mujeres que siembran el terror, por medio del secuestro y asesinato de personas, constituye, lastimosamente, una prueba irrefutable de que la represión por parte de las Fuerzas de Tarea Conjunta (FTC) es un fracaso, a pesar del importante presupuesto que consume diariamente.
Desde luego que, desde la comodidad de una oficina capitalina con aire acondicionado, es muy fácil opinar sobre cómo y qué debería hacerse para acabar con los grupos armados criminales que operan en el sufrido norte. Los expertos politólogos y los estrategas militares ya dieron muchas recomendaciones y medidas a adoptar, pero, a la hora de la verdad, los guerrilleros que matamos no solo gozan de buena salud sino que se van reproduciendo.
Esta es únicamente una voz de alerta más; las autoridades políticas y los jefes castrenses son quienes deberían tomar las acciones que pongan fin a esta locura de asaltos, secuestros y asesinatos en el interior. Si la sociedad permite que la serpiente siga teniendo hijos, en algún momento todo el país estará al alcance de sus picaduras.
ilde@abc.com.py