Metrorrobo consumado

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Por toda la marcha, por la desconfianza impelida y por la mentira probada, quedó concluido el prospecto más alardeado del gobierno de HC, el Metrobús. La constructora Mota-Engil abandonó la obra, dejando el escenario como si fuera un bombardeo.

Y debería considerarse la obra más impopular del siglo, por el rechazo generalizado de la gente y de los potenciales usuarios. Desde el mismo momento de su concepción como proyecto, no cuajó. Sin embargo, contra viento y marea -mbaretépe- con la mayor tiranía vivida, la obra se llevó adelante haciendo trizas de todo lo encontrado en el camino. Hoy está escrito su epitafio: estafa monumental.

Una obra, cuyo fracaso fue cantado a coro, antes de iniciarse. El pueblo, la calle, los frentistas avizoraron la inviabilidad de lo que estaba aconteciendo, muy lejos de lo que se había prometido. Plantearon las trabas, los errores y la problemática, aclararon que lo bosquejado no correspondía a la realidad del área y la comarca. Gritaron para que no se hiciera la obra como lo estaban desarrollando a tambor batiente, pero hubo sordera total.

El plan no mostraba ser la solución de fondo, al contrario, dejaba traslucir el advenimiento de un caos completo en todo el periplo. Indefensa la población, vieron como aterrizaban los invasores con sus maquinarias sin poder recurrir a las autoridades, por ser ellos precisamente, los violadores del deseo y la anuencia ciudadana. Había contubernio, connivencia y sumisión, todo estaba deliberado sin tacto ni razón.

Nada importó. Por delante estuvo la prepotencia, el fraude, el secretismo, el marginamiento y la egolatría. Parecía una obra del Far West donde se instalaban los rieles de trenes arrasando poblados, moradas y haciendas de la gente contra viento y marea; donde se ajusticiaba a quienes se oponían. El estoicismo del vecindario de San Lorenzo y Fernando de la Mora, pasó a ser el símbolo de la resistencia y la heroicidad.

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A simple vista se notó que esta obra era un nuevo “elefante blanco”, bien armado. El presupuesto, los anticipos, los desembolsos y la parodia de la puesta en marcha, hacían emerger a los cómplices oficiales como los intendentes y concejales de los municipios de San Lorenzo y Fernando de la Mora junto a otras autoridades que se prestaron al juego subterráneo de regalías y otras yerbas. ¿Y el BID? Como siempre, presente en los chanchullos.

La invasión, expropiación, daño y perjuicio, lucro cesante, estafa pública, abuso de poder, tráfico de influencias, malversación de fondos, asociación criminal y otras figuras cometidas en toda la implementación de la obra, configuran delitos graves. Mientras, las compensaciones o indemnizaciones, brillaron por su ausencia. La puesta en marcha significó dolo, falacia, maquinación, porque aquí se diseñó el engaño y no la obra. Una mafia corporativa.

Cercenaron derechos ajenos, patrimonios particulares y violentaron el derecho a la existencia (sostén diario), cometieron crimen ecológico, mutilaron el hábitat natural de todo el circuito. Devastaron con todo lo que había en el camino para dejar una tapera, un campo de guerra de tierra arrasada. Pareciera la hecatombe que los terroristas musulmanes efectuaron en la milenaria ciudad de Palmira-Siria.

A esta altura de las circunstancias, ya no cabe duda que el metrobús fue concebido para protagonizar un robo asqueroso legalizado, un ultraje a la razón, una afrenta al sentimiento nacional. No trajo mejoría ni alegría a la gente, solo se constituyó en una fuente, un fato urdido para los involucrados en el menjunje gubernamental de HC. El delito estuvo concebido desde el mismo gobierno, con pompas y delirios.

En consecuencia, todo lo que se hizo exige una revisión minuciosa. Nobleza obliga que deberá terminarse hasta donde llegó, es decir, hasta Madame Lynch (calle última). Aquí, indefectiblemente, tendrá que concluir este adefesio. De lo implementado o construido, también corresponderá estudiar la reconversión, la transformación o las alternativas de uso, utilidad y paisaje.

Cualquier proyecto nuevo debería estudiarse como corresponde con la comunidad inserta. Hay innumerables planes, ideas y posibilidades para el futuro que podrán construirse en armonía con la gente y los usuarios. Las mentes brillantes del Paraguay trabajarán las vertientes y un abanico de alternativas, a fin de evitar la implantación de claques o sectas amiguistas, modelo que deteriora cualquier proyecto nacional.

Horacio Cartes (ex presidente de la república), Ramón Jiménez Gaona (ex ministro de Obras Públicas), Juan Carlos López Moreira (ex jefe de gabinete y secretario general) y Gustavo Leite (ex ministro de Industria y Comercio), son los culpables directos de todo el descalabro producido por la Mota-Engil. Se pasaron en ostentaciones y desplantes para justificar y enaltecer la obra contra la voluntad popular.

Por lo tanto, estos se obligan la responsabilidad absoluta y a pagar de su bolsillo los daños causados. En realidad, tienen que ir a la cárcel por esta depravación oficial, muy bien orquestada para delinquir. No hay mucha investigación que hacer. La fiscalía está obligada a actuar de oficio e imputar, por todo lo que se vivió y conoció públicamente. Veremos si la comadreja actúa contra sus patrones. De lo contrario, tendrá que irse.

Finalmente, solicitamos al nuevo ministro y al Gobierno nacional que esta obra sea conducida y concluida bajo las virtudes y atribuciones del Comando de Ingeniería de las FF.AA. Ni un centavo más debe costar a nadie y las demandas respectivas nacionales e internacionales contra la Mota-Engil y sus cómplices, deberán iniciarse en el acto.

Que las obras a implementarse en el futuro, sean producto de un cónclave y de un consenso general y no de una decisión e imposición arbitraria como fruto de grandes negociados de entreamigos, como lo fue este metrobús y muchos otros “paquetes” que ya dejaron ver sus hilachas.

alcandia@abc.com.py