Petropar, la vaca lechera

Con el cambio de autoridades en la empresa estatal Petropar, saltó a la luz pública una situación sumamente irregular que está ocasionando daños cuantiosos al fisco. Por lo visto, algunos toman al ente petrolífero como una vaca lechera particular.

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La primera señal de que algo no andaba bien es cuando, ante el anuncio de aumentos en los precios del gasoil y de las diversas naftas, unos 30 estacioneros del emblema Petropar salieron a rechazar el incremento y exigir explicaciones a las autoridades, supuestamente, porque deben defender los intereses de la ciudadanía.

Como si fueran activistas de la defensa de derechos del consumidor, estos empresarios gasolineros anunciaron que no acatarán el aumento de precios hasta tanto se instale una mesa de diálogo para analizar el tema.

Tanto la empresa estatal como la Asociación de Distribuidores de Combustibles destaparon la olla y revelaron un secreto bien guardado: había sido que esas 30 empresas que se niegan a aumentar los precios tienen una deuda acumulada de aproximadamente unos G. 130.000 millones, gran parte de lo debido es ya deuda vencida.

Estos dueños de gasolineras no quieren alzar los precios no por patriotismo ni generosa renuncia para favorecer a los consumidores. No desean hacerlo porque esperan seguir recibiendo los diversos combustibles a precios bajos de modo a ser “competitivos” con las empresas de emblemas privados y continuar así recibiendo un importante capital operativo.

La viveza y fechoría de estos gasolineros es que ellos cobraban a sus clientes al contado pero casi nunca pagaban sus cuentas a Petropar. Varios de ellos tienen montos entre 1.300 y 7.000 millones de guaraníes de deuda y entonces, claro, quieren seguir explotando la vaca lechera pero sin abonar nada por ella.

Una explicación adicional es que muchos de estos 30 defensores de los precios bajos son operadores políticos y dirigentes de seccionales coloradas que fueron adjudicados y favorecidos por la anterior administración de Petropar. El criterio político primó sobre la correcta administración financiera del ente.

Esta situación específica demuestra, una vez más, que cuando el Estado se mete a hacer negocios en el mercado comercial, quienes tienen a su cargo las operaciones se vuelven ricos y el ente público entra en déficit, como ha ocurrido durante años en Petropar.

El perverso sistema hasta podría pasar como una anécdota más de este país tan peculiar en que vivimos, pero el problema de fondo radica en que los déficit de Petropar los paga el pueblo. Sí, efectivamente, cuando el ente petrolero tiene saldo rojo, la diferencia es asumida por el Ministerio de Hacienda, es decir, se paga con lo recaudado en impuesto a la gente común, incluso a aquella que ni siquiera tiene un auto y nunca compró combustible subsidiado.

Concluyendo, parece muy correcta la decisión tomada por las nuevas autoridades de Petropar de denunciar esta situación anómala y el anuncio del ministro de Hacienda de que se realizará una estricta auditoría para que estos dueños de estaciones de servicios con emblema de Petropar dejen de recibir gratuitamente los combustibles para ser “competitivos” con el sector privado y, antes de seguir hablando, que paguen primero sus millonarias deudas.

Si estas 30 gasolineras perteneciesen a algún emblema privado, hace años que habrían cerrado sus puertas porque, en el mundo de la realidad económica, nadie recibe combustibles gratis y tampoco nadie debe miles de millones de guaraníes, con la pobre excusa de que desean vender barato para favorecer a la gente.

ilde@abc.com.py

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