Trayectos maratonianos para conseguir asistencia médica

Moulasi, una madre de ocho hijos que vive en Kivu Sur, al este de República Democrática del Congo (RDC), está cansada. Ha tenido que andar durante dos días para llegar al hospital de Médicos Sin Fronteras (MSF) en Lulingu.

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Es una caminata de 40 kilómetros desde su pueblo, llamado Byangama, hasta llegar al lugar en que le habían contado que daban asistencia médica gratuita. Esta travesía sería trabajosa para cualquiera, pero aún más para Moulasi, porque está embarazada de ocho meses.

La historia de Moulasi no es extraordinaria. En Kivu Sur, como en la mayor parte de la vasta RDC, las carreteras asfaltadas son la excepción, y las instalaciones de salud son escasas y están alejadas entre sí. Para muchas personas que viven fuera de las ciudades y las áreas urbanas, es normal tener que andar decenas de kilómetros para poder acceder a los cuidados médicos más básicos. Para los equipos de MSF, por otra parte, transportar personal y suministros y referir a los pacientes es un desafío: los medios de transporte más viables son ir en moto y a pie.

Estos retos se agigantan durante la temporada de lluvias, cuando las pistas que pueden ser atravesadas normalmente en moto se convierten en ríos de barro, que a veces obligan a doblar la distancia de unos viajes que ya se medían en días más que en horas. La falta de infraestructuras en Kivu Sur no es solo un inconveniente: puede tener consecuencias mortales para pacientes como Moulasi.

Ella tuvo complicaciones durante sus embarazos previos, y su médico insistió en que esta vez debía dar a luz en el hospital. Pero forma parte de un grupo de población, mujeres embarazadas y niños, que son los menos aptos para realizar esos complicados traslados, y que, por tanto, están más expuestos. Hay una población de cerca de seis millones de personas en todo Kivu Sur; esto significa que hay muchos miles de personas vulnerables a dolencias y enfermedades que no tienen casi ningún acceso a tratamiento.

“Dar a luz sin asistencia médica plantea riesgos para la salud tanto del niño como de la madre”, dice Luz Linares, coordinadora de MSF en Lulingu. “Pero la mayor parte de las mujeres simplemente no tiene otra opción, ya que los viajes a pie en su estado son demasiado difíciles”.

No solo las mujeres y los niños sufren a causa de las pobres infraestructuras de la región: muchos hombres atrapados en el conflicto esporádico de Kivu Sur necesitan tratamiento para heridas sufridas durante los enfrentamientos. Los combates provocan, además, desplazamientos de población, con lo que los trayectos para acceder a cuidados médicos se hacen aún más largos, o directamente dejan a la gente sin saber dónde puede conseguir tratamiento.

Además, enfermedades como la malaria y el cólera son endémicas en la región, y pueden ser mortales si no se tratan. Todos estos factores se combinan para formar una tormenta perfecta para los pacientes, que están expuestos a altos niveles de riesgo de múltiples fuentes y pocas posibilidades de acceso rápido al tratamiento.

MSF continúa tratando a todos los pacientes que consiguen llegar a los centros de salud, y refiere a los casos urgentes a áreas urbanas más grandes, sufragando los costes de transporte. Sin embargo, sin mejoras en las infraestructuras más básicas, sin carreteras asfaltadas y enlaces a las comunidades remotas, los pacientes vulnerables seguirán viéndose forzados a realizar largos y azarosos desplazamientos para tener acceso a cuidados médicos.

MSF trabaja en Kivu Sur desde 2007 para brindar cuidados médicos en el área, y sus equipos de emergencia están preparados para dar respuesta en toda la provincia en caso de epidemia, desastre natural o conflicto.

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