En la Municipalidad de Asunción se viene discutiendo desde hace años y ahora la polémica está ardiendo porque la Comuna firmó contrato con un consorcio privado para que actualice el catastro y cobre el impuesto inmobiliario en nuestra ciudad capital.
La argumentación del municipio es muy sencilla: solo el 50 por ciento de los capitalinos abona regularmente sus impuestos inmobiliarios y las diversas tasas por recolección de basura, disposición final de residuos, limpieza de calles y jardines, pavimentación asfáltica, etc.
Nadie está feliz cuando, a principios de cada año, llega la factura y es momento de pagar sumas elevadas por los impuestos y las tasas comunales. El parroquiano civilizado no tiene otra opción: debe pagar por los servicios que recibe y las propiedades que posee, aun cuando a veces la basura no se recoge, en su barrio no hay plazas que limpiar y las calles ostentan cráteres lunares. Le queda el derecho al zapateo, al plagueo, al reclamo público y a elegir autoridades más eficientes en el próximo período.
En estos días, la opinión pública en general se entera de que la mitad de los asuncenos no paga sus impuestos y no quiere saber nada de que se contrate a una empresa privada para que actualice el catastro (hermosas residencias figuran como patios baldíos) y se encargue del cobro a los morosos.
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Hace 40 años, yo compré un terreno en un barrio asunceno alejado del centro, luego construí una casa y, dos décadas después, adquirí un pequeño departamento en el populoso barrio Obrero. Desde aquel primer año, siempre pagué todos los impuestos y las tasas por los dos inmuebles. Ahora me entero de que soy uno de los tontos que ha abonado sus obligaciones tributarias durante tantos años y que la mitad de mis compueblanos no paga un guaraní, aunque igualmente recibe los servicios básicos que presta la Comuna. Seguramente, estos morosos están al día con otros compromisos como las facturas de su celular, de su auto, de la luz, el agua, TV por cable, etc.
Ey, capé: si querés vivir en la ciudad, pagá tus impuestos comunales; si no querés tributar nada, deberías ir a alguna cueva del Tíbet o al desierto del Sahara. Como castigo, podrías vivir un tiempo en Suecia, en donde el Estado te saca exactamente la mitad de todos tus ingresos.
Por un principio de elemental justicia, no solo apoyo la contratación de una empresa privada para que cobre a los morosos sino que propongo que los boludos que hemos pagado regularmente los últimos 30 años, seamos totalmente exonerados de los tributos por el mismo período de aquí en adelante. Ayer yo pagué por los morosos, hoy que ellos paguen por mí. Será justicia, ¿verdad?
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