Buena educación, lo esencial para no soportar a niños malcriados

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Zapatear y lloriquear son algunas de las acciones que realizan los pequeños cuando se enojan. Esas actitudes son consecuencia de la educación que los niños reciben en casa; es hora de enseñarles una buena conducta para su convivencia en la sociedad.

Años atrás, el cinto y la zapatilla formaban parte de la educación que los papás daban a sus hijos para que sean respetuosos en el futuro; hoy en día, también hay padres que utilizan ese método como una manera de formar a sus pequeños. Para algunos, esa técnica fue de mucha ayuda y, a otros, solo les quedaron leves cicatrices.

Resulta común ver por los shoppings o cualquier otro lugar a niños que lloran para que sus padres les compren un juguete o unos dulces; entonces, se hace lo que los chicos quieren para calmarles por un momento. Sin embargo, no miramos más allá de las consecuencias que conlleva ser un malcriado.

Cuando algunos niños expulsan sus caprichos, es común que reaccionen con palabras fuertes o mostrando el dedo y la pregunta que nos hacemos es: ¿De dónde lo aprendieron? Los pequeños imitan casi todo lo que los mayores hacen y dicen, entonces empecemos a cambiar nosotros para influenciar de buena manera a los menores.

Echando un ojo más allá de esta situación, nosotros somos quienes influenciamos de algún modo en los comportamientos de las criaturas. Entonces, si queremos una sociedad con personas obedientes y, sobre todo, educadas, es fundamental comprender que los guías de los niños son los mayores.

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Lo más importante que necesitamos como seres humanos para convivir de manera correcta y poder ser un buen sujeto es la buena educación que recibimos en el hogar. De lo contrario, se generan irrespetuosos que nos incomodan en las calles.

Los niños son el futuro de nuestra sociedad; las malas influencias que les damos a estos pequeños traen consecuencias en la personalidad. La frase “eso no se hace” no es de mucha ayuda cuando nosotros somos el mal ejemplo al hacer lo contrario de lo que decimos; el buen diálogo ayuda a que los pequeños comprendan que algunas acciones que los adultos realizan están mal y, de tal forma, educar a estos pequeños que llenan de felicidad nuestros hogares.

Por Ezequiel Alegre (16 años)