Donaciones de órganos: una constante lucha contra varios tabúes y prejuicios

Poder salvar vidas al dejar este mundo es lo que ofrecen los trasplantes de órganos de personas que sufren muerte encefálica o cerebral. Este tema constituye el principio de muchos prejuicios, pero siempre sigue viva la posibilidad de superarlos.

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La donación de órganos, como todo tema que se encuentra en esa línea entre la vida y la muerte humana, se ve acorralada entre tabúes y prejuicios que se fusionan con la ignorancia de la que nuestra sociedad es gran proveedora. Aún así, existen algunos signos vitales de esperanza para que esta situación mejore en el país.

El año pasado, por medio de la controversial ley Anita, se estableció que todos los paraguayos, mayores de edad, son donantes de órganos, a menos que expresen legalmente lo contrario. Diputados, senadores y ciudadanos se discutieron por esta reglamentación, ya que algunos temían que los hospitales se vuelvan un tipo de carnicería, dando así un incapié al potencial tráfico desmedido de los miembros del cuerpo humano.

No es igual que una persona esté en coma a que padezca muerte cerebral, la cual es irremediable y esto, tal vez, es otro de los conceptos polémicos que las personas se niegan a entender. Por otro lado, esto es de imaginarse, pues desconectar a una persona que sufrió el cese de la actividad encefálica es decirle definitivamente adiós a un ser humano.

¿Por qué hay tantas personas en la lista de espera para recibir órganos, aún con la nueva ley? Son muchos los factores que complican el hecho de que se lleve a cabo un trasplante de órganos, siendo la causa principal que gran parte de los hospitales no están preparados para conservar con vida a quienes sufran una muerte cerebral, pues no cuentan con salas de terapia intensiva o reanimación disponibles.

Constantemente, nos encontramos con cientos de frases sin argumentos: “Que soy muy joven o muy viejo” y “que me alimento muy mal” son excusas que realmente no nos impiden donar un órgano. De esta manera, a los problemas a causa de la ignorancia, como la discriminación a personas con VIH/Sida, se suman los prejuicios acerca de los trasplantes, los cuales se encuentran en la lista de espera de cuestiones en que la educación tiene que tomar cartas.

Hace unos días, la muerte encefálica de un joven de 17 años, de la ciudad de Hernandarias, permitió que se puedan salvar otras vidas pues, donando muchos de sus órganos, el chico se despidió de este mundo. Casos así dan a conocer que, realmente, no estamos tan mal y los prejuicios, tal vez, se vayan superando de a poco, sí se puede.

Por Eliseo Báez (16 años)

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