La dulce y optimista Helena, así llaman todos a la chica que sueña como si no existiesen los obstáculos y el único ingrediente para obtener el resultado deseado fuese, justamente, querer. Con los ojos brillantes, la jovencita ve una película, la cual cuenta con un final perfecto y utópico, al menos, para el mundo en el que ella despierta luego de darle clic al botón apagar del control remoto.
Una vez más, la chica de los sueños infinitos sale de su pieza y se topa con la cruda realidad de un hogar hundido en necesidades. La familia de Helena está conformada por mamá, quien trabaja en una casa de ricos que la explotan; abuelo, quien ya está viejito y enfermo; William, el "encargado" de decir que escribiendo uno va a morir de hambre y, por último, la pequeña Margarita.
El calendario presenta el día 10 de noviembre, fecha en la que Helena debe ver los requisitos para seguir su anhelada carrera, “artes, letras y magia en la Nacional”, como ella lo dice. Pasando su dedo por cada disciplina citada en una hoja de papel, la joven se encuentra con la sorpresa de que las becas no cubren especialidades enfocadas en el área humanística.
Con la tristeza formando un nudo en su garganta, Helena deja caer sus lágrimas y, con ellas, fragmentos de su esperanza, mientras piensa: "La sociedad necesita gente pensante y creativa, cómo le digo esto a mamá y cómo voy a solventar mis gastos, sin dejar mis sueños de lado".
Todos los beneficios, en un solo lugar Descubrí donde te conviene comprar hoy
Dos años pasaron de esa gran decepción y los escritos de Helena siguen, bajo la cama, sujetas a una caja llena de tela de arañas, polvo y una pizca de fe. La jovencita ya no es la misma y ahora su vida funciona de otro modo: un puesto como cajera de súper, un sueldo mínimo, una mesa con comida, algunas monedas para seguir leyendo libros, pocos billetes para pagar el Internet, que gastaba al enviar sus escritos a competencias en sitios web, y migajas de felicidad.
Helena dice que la necesidad la forzó a seguir una vida diferente a la que ella imaginaba. Sin embargo, nadie sabe que la señorita nunca paró de soñar pues, a pesar de todo, la creatividad sigue floreciendo dentro de su ser y se convierte en atrapantes historias de amor y misterios.
Con espíritu cansado y presuroso, Helena pasa unos productos frente a la máquina del súper, aguantando la argelería de un millar de gente; entonces, suena su celular y, por tanta insistencia, tuvo que atender. Después de cortar, la joven grita en el micrófono del centro comercial: “Gente, los sueños se cumplen, se hacen esperar, se alejan, pero si no los sueltas, ellos mismos te van a buscar. Aguantá un poco más y va a llegar. Jefe, ¡renuncio!”.
Lo que decía la llamada: "Buenas tardes, Helena, soy el Lic. Guillermo Bugs. Disculpa la insistencia. Leímos tus trabajos detenidamente y no queremos que nuestro lanzamiento del libro 'Recopilando maravillas' se quede sin tus increíbles escritos. ¿Querés formar parte de este gran proyecto?".
Por Andrea Parra (19 años)
