El pasaje subió y el teatro diario en los colectivos sigue igual de espantoso

Choferes irresponsables, buses carcachas que andan a duras penas y pasajeros de toda clase son los protagonistas del show diario en un colectivo. El pasaje subió pero, desde hace años, la escenografía sigue igual; “acompañame a ver esta triste historia”.

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El feriado largo ya pasó, la rutina vuelve a la normalidad y debés poner el despertador bien temprano, pues uno de los pasos mañaneros es prepararse para cumplir con las responsabilidades diarias. Ya sabés que comenzaste tu día con el pie izquierdo cuando en las noticias matutinas los zócalos dicen “suba del pasaje”.

Por más que la suba sea un 100’i, por lo menos, la escenografía del teatro móvil debe mejorar en todos los aspectos. Asientos rotos y escritos, timbres de adorno y ventanas trancadas conforman las características del teatro que un pasajero debe presenciar día a día.

El show diario comienza haciendo la para y, si tenés suerte, con la primera señal los choferes deciden alzarte al bus, de lo contrario, pasás vergüenza en público. Cuando por fin un conductor de tu esperada línea decide llevarte, las cortinas ya se abren.

Si el colectivo está lleno y sos uno de los afortunados que viajan sentados, preparate para que una mamá luchona y sus cuatro bendiciones te miren con ojos de “dame tu asiento, soy sufrida”. Sí, aunque de repente se genere una somnolencia colectiva en el micro, siempre está el pasajero que cae redondo en las indirectas de las doñas que buscan un lugar donde sentarse.

¡Atajate Catalina!, porque los baches son los culpables de que las sardinas viajeras se muevan de aquí para allá y los cráteres insertados en las calles son las excusas para que un letrado quiera sobrepasarse contigo. Como si no fuera suficiente, el show del bus continúa y los villanos de la película no quitan su mirada de tu celular, ya que en un abrir y cerrar de ojos, tu smartphone puede estar en otras manos.

Seguramente, nadie se salva del típico chofer que pone sentimentales a sus pasajeros con un vallenato a todo volumen. Los conductores son casos separados, porque un día podés toparte con un amable “buen día” dicho con una sonrisa de oreja a oreja y al otro un fuerte grito que dice “más al fondo hay lugar…”, cuando en realidad no existe ningún espacio libre más atrás.

El verdadero “acompáñame a ver esta triste historia” sucede en los colectivos convencionales y en los diferenciales, pues uno se pone a pensar si realmente vale la pena pagar 2.400 o 3.600 guaraníes para presenciar un teatro pobre y sin presupuesto.

Por Ezequiel Alegre (18 años)

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