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Si hacemos una comparación entre lo bueno y lo malo de la gestión de Cartes como Presidente, seguramente los números se inclinarán hacia lo negativo, pues desde su asunción los problemas han aumentado. Un claro ejemplo es la lucha contra el grupo criminal EPP, que en este período solo suma fracasos.
La educación nacional debería ser una de las prioridades de todo gobernante; mucho más, de un presidente. Pero, en esta época cartista, los colegios con pobres infraestructuras y las escuelas que caen a pedazos continúan siendo problemas serios. Digamos que el “nuevo rumbo” se olvidó de las instituciones de aprendizaje escolar.
La inseguridad nacional es otra de las decepciones de este Gobierno, ya que asaltos, violaciones y asesinatos, entre otras cosas negativas, forman parte de la vida cotidiana de los paraguayos. Indignante es que al Presidente solo le preocupe el rekutu y no le interese lo que sufre su pueblo.
Para colmo, la máxima autoridad del país intenta burlarse de la Constitución Nacional, pues desea que el proyecto reeleccionista sea aprobado vía enmienda, algo que no se puede ni se debería hacer en estos momentos. Impotencia es lo que más genera esta campaña que busca la reelección.
Si hay una tarea pendiente desde hace años en el país, indudablemente, es la lucha contra la corrupción. El dueño del grupo Cartes no sería el responsable directo de este inconveniente que se acarrea de gobiernos anteriores, pero eso no significa que el problema deba continuar durante su período.
Horacio Cartes llegó al poder porque contó con el voto mayoritario del pueblo. Por eso, esta mala gestión presidencial debería ser una lección para muchos; en especial, para esa gente que vota según el color de la bandera del candidato y no por lo que le conviene.
Por Joaquín Tandé (18 años)