El sueldo mínimo en nuestro país no alcanza para vivir, sino para sobrevivir

Los precios aumentan, el dólar se dispara y el costo de vida se vuelve más elevado, pero el sueldo mínimo sigue siendo el mismo. Según los entes reguladores del Estado, poco más de dos millones de guaraníes alcanzarían a cualquiera para vivir dignamente.

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La dignidad es el respeto y la estima que todos los seres humanos merecen, es poseer un nivel de calidad humana respetable. El economista Luis Rojas, el año pasado, destacó para este medio que el 50% de los trabajadores en Paraguay no perciben ni el salario mínimo mensualmente.

¿Qué se puede hacer con esos 2.112.000 guaraníes que tanta gente recibe al mes? Si un joven vive solo, sustentar sus gastos con el sueldo mínimo supone, prácticamente, una misión imposible que se renueva cada 30 días. Para llegar al siguiente fin de mes hay que pasar hambre, regatear precios, no enfermarse, no divertirse y hacer magia con la plata.

Puede parecer exagerado, pero nuestro país sufre cada día de jóvenes y adultos que no pueden vivir dignamente y mucho menos formarse a causa del escaso salario que perciben. ¿Cómo piensan los reguladores del Estado que pueda existir alguna clase de progreso si el sueldo mínimo no permite nada más que sobrevivir?

Como otro ejemplo podemos visualizar a una cabeza de hogar que cobra 2.500.000 guaraníes al mes y tiene que mantener una familia entera, dar techo, comida, aseo y formación a sus hijos. Todo lo dicho, sin olvidarnos que el 9% del sueldo de toda persona que trabaje legalmente irá para el IPS.

Así que si un sueldo de 2.112.000 guaraníes ya te parecía poco, son en realidad 1.922.000 guaraníes netos lo que tantas personas perciben. Ese beneficio que supone tener gratis las consultas básicas en el Instituto de Prevención Social se convierte en una desventaja al darse cuenta del tiempo que uno pierde al querer tratarse en ese centro.

Todas las anomalías que supone contar con un sueldo mínimo tan bajo constituyen una herida expuesta en la realidad socioeconómica. Todo parece una ruleta que gira en beneficio de unos pocos y está ligada directamente al no progreso de nuestra nación, una educación paupérrima, explotación laboral y un salario lamentable.

Todo trabajo es digno, lastimosamente, no se puede decir lo mismo del dinero que es dado a cambio a alrededor del 50% de nuestros compatriotas. La lucha no debe parar hasta que toda persona que trate de ganarse la vida limpiamente reciba lo que merece para poseer un nivel de calidad humana respetable.

No nos quedemos de brazos cruzados y vayamos en busca de nuestros derechos, no como ciudadanos, sino como seres humanos. No permitamos que el Estado siga sirviéndose de la ignorancia que el mismo siembra en nuestra sociedad.

Por Diego Benítez (19 años)

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