Insapio era el muchacho más guapo de todo el barrio; su rutina comenzaba con un trote mañanero pues, para él, era necesario mantener un buen físico que vaya de la mano con su castaña cabellera, ojos de color miel y aquella barbita que atraía a muchos.
Un día, Insapio se enamoró de una jovencita quien siempre llevaba consigo un libro de esos que tienen más de 300 páginas. El joven quiso coquetear, pero al abrir la boca, delante de una chica a la que le gustaban los intelectuales, demostró una tremenda falta de conocimiento y fue cruelmente rechazado.
"El físico atrae, pero la inteligencia enamora", expresa una conocida frase que da lugar al término "sapiofilia"; esta palabra viene del latín "sapiens" que significa pensar o inteligente, y del griego "philes" que se refiere al amor. Entonces, una persona sapiofílica siente atracción por la gente intelectualmente superior; el físico, el ideal pelo rubio y ojos celestes, al parecer, tendrán la certeza de que los libros y el conocimiento ocuparán su lugar.
Uno de los métodos o, mejor dicho, el último recurso que muchas personas ponen en práctica para atraer "candidatos", es invertir dinero en gimnasios con el fin de ponerse en forma, pues todo aquel, con gustos superficiales, cae redondito ante las buenas apariencias. Aunque algunos se ejercitan por salud, otros lo hacen para que la autoestima se despegue del suelo.
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Según profesionales en sexología, la sapiofilia se presenta tanto en mujeres como en hombres; sin embargo, el sexo femenino es el que se atrae más por el intelecto que por el físico, ya que se dice que convivir con alguien interesante en todos los sentidos resulta una buena compañía. ¿Adónde van a parar las buenas intenciones y la frase que decía que el sentimiento es lo importante?
Un personaje de la conocida serie La casa de papel decía: "A la gente le seducen los músculos, el pelo, el acento francés, pero yo prefiero la inteligencia". Si tenés la suerte de enamorarte de alguna persona sapiofílica, existe solo una opción: enriquecer tu cerebro con conocimientos. Akã ne, abstenerse.
Por Ezequiel Alegre (18 años)