¿Sabías que una calle con un "cráter" de 30 metros se reparó en dos días en Fukuoka, Japón? Sí, aunque usted no lo crea de Ripley, se logró. La reparación fue tan magistral, ya que no solo rellenaron el agujero, sino que repavimentaron la calle, colocaron nuevos semáforos, torres de iluminación y restauraron las cañerías de gas, desagües y electricidad.
La rapidez con la que actuaron los obreros nipones sorprendió a varias personas, quienes no tardaron en demostrar su admiración a través de las distintas redes sociales. Pero..., ¿qué tal andamos por casa? Si tuviéramos la misma situación en el plano nacional, imaginate el patatús que sería, ya que solo el mejoramiento de la capa asfáltica tardaría muchísimo tiempo.
Si uno de los mil baches que poseemos se quiere rellenar, surge un gran embotellamiento. Además, cuando por fin se soluciona el pésimo estado de un camino, la Essap no tarda en destruirlo, pues "había sido" quería arreglar los caños que se encuentran debajo de la capa asfáltica. Es lamentable que se vuelva a descomponer algo que a los ciudadanos les llevó muchos meses de lucha y reclamos, a fin de lograr una mejora.
Además, el caos que surge por una reparación es atroz, porque al cerrar media calzada y no tener calles alternativas en buen estado, la cola de vehículos que, de por sí es larga, se convierte en una fila que no tiene fin. Así también, si una obra está prevista que termine en 8 meses, es “un clásico” que el plazo se alargue más porque llovió, hacía mucho calor y los obreros llegaban tarde al laburo.
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Mientras que en Japón se tarda 48 horas en dar solución a un problema, en nuestro suelo guaraní se demora el mismo tiempo, pero solo en recibir los reclamos de la ciudadanía. Gran diferencia, ¿verdad? Esto se debe a que los encargados de escuchar las denuncias de la gente "ni ahí están", por lo que dejan que el teléfono suene hasta que se canse el que llama.
Como broche de oro, el alcalde de Fukuoka afirmó que el terreno ahora es 30 veces más resistente, contrariamente a nuestro país, pues, por culpa de materiales de baja calidad y del trabajo vai vai, muchas obras no se demoran demasiado en tener deterioros. Un claro ejemplo es lo que ocurrió con el puente de Guayaibi que hace poco fue arrastrado por un temporal a tan solo un mes de haber sido inaugurado.
Lo sucedido en Japón fue una clara prueba de que si existen materiales y gente capacitada trabajando como debe ser, las mejoras no tardarán en ser vistas. Por lo tanto, la labor colectiva y la inversión en obras viales serían las claves perfectas para poder transitar por calles que perduren en buen estado durante mucho tiempo.
Por Rocío Ríos (18 años)
