La salud pública en camillas de pasillo y sin fármacos

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Ser pobre y estar enfermo es una mala combinación: en los hospitales públicos abundan las carencias y escasean los especialistas, equipos y fármacos. 7 de cada 10 paraguayos no cuentan con seguro médico; el Gobierno impulsa la Unidad de Salud Familiar.

La falta de medicamentos, las largas horas de espera y el mal funcionamiento de los equipos de algunos hospitales, en distintos puntos del país, forman parte de los continuos reclamos efectuados por muchos usuarios del servicio de salud pública. Por otro lado, solo un reducido sector de la población puede permitirse el acceso a una atención médica en sanatorios privados, ya que los ciudadanos, en su mayoría, no cuentan con los ingresos mensuales suficientes para pagar este tipo de asistencia.

Según un informe de la Dirección General de Estadísticas, Encuestas y Censos (DGEEC), en el 2017, el 73 % de la población no era asegurado del Instituto de Previsión Social (IPS) y menos aún contaba con otros seguros privados. De diez personas, aproximadamente siete no tienen ninguna cobertura sanitaria y recurren a los hospitales dependientes del Ministerio de Salud; además, solo un ciudadano de ese conjunto se encuentra asegurado en IPS y los dos restantes cuentan con algún servicio privado.

La informalidad es otro factor que, al momento de sufrir afecciones graves, dificulta el acceso a medicinas y tratamientos costosos. En el 2017, datos de la DGEEC constataron que, en las zonas rurales, el 75% de los productores trabajaban por su cuenta y, por lo tanto, no se encontraban beneficiados con ningún tipo de asistencia; estas son las personas que, muchas veces, se ven obligadas a realizar largos viajes a la capital en busca de atención médica, tratamientos o fármacos.

En los pasillos de varios centros de salud, se encuentran los no asegurados esperando con ansias que llegue su turno de la consulta, mientras la voz interna de los pacientes ruega que en el nosocomio no falten jeringas, camillas o algún medicamento necesario. Desde las 4:00 de la madrugada o incluso durante la noche, las personas se acercan a los hospitales del Estado con el fin de guardar un lugar y consultar en el mismo día.

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La infinita espera no es la única prueba que debe ser superada, pues una considerable cantidad de carencias azota a los centros asistenciales de varias regiones del país, obligando a los pacientes a trasladarse de hospital en hospital hasta encontrar uno en donde puedan ser debidamente atendidos. En este punto, se puede mencionar el ejemplo del centro de salud de Tobatí, que actualmente no cuenta con elementos indispensables como nebulizadores o tensiómetros.

Existen ocasiones en las cuales el paciente debe esperar semanas para ser atendido, tratado y, si es necesario, internado en el nosocomio. Tal fue la situación del bebé Jesús Bogarín Pintos quien, en noviembre del año pasado, recorrió hospitales durante 15 días para conseguir alojamiento en una sala de terapia intensiva; para empeorar el suceso, el recién nacido adquirió dos gérmenes hospitalarios por haber aguardado demasiado tiempo.

Por otra parte, un grupo de ciudadanos se reunió, hace unos días, frente al Hospital Regional de Ciudad del Este para reclamar la falta de insumos. Según las declaraciones de una integrante del Sindicato de Trabajadores de la Salud del Alto Paraná (Sitrasap), María Bogado, los lotes de medicamentos que envía el Ministerio duran unos días; posteriormente, las carencias permanecen por largos períodos y, a veces, aumentan.

 

La presidenta del Círculo Paraguayo de Médicos, Dra. Gloria Meza Rojas, lamenta la escasa inversión en el área de salud, que corresponde al 3,4% del PIB. La profesional afirma que, probablemente, solo la mitad de este presupuesto es aprovechado para las cuestiones relacionadas a la atención médica. “Alrededor del 6% de la suma mencionada se utiliza en la parte jurídica, el 13% se destina en la medicina reactiva y el resto se pierde por culpa de la corrupción, ya que existe un mal manejo en la distribución de medicamentos, la compra de equipamiento médico y la contratación de personal”, expresa la doctora.

Muchos hospitales no cuentan con especialistas o, simplemente, no poseen las maquinarias necesarias para realizar ciertos procedimientos. Un caso que denota esta carencia se reportó en Ñemby pues, en el transcurso de la semana, una niña tragó una moneda y fue llevada al nosocomio regional, donde resultó imposible tratarla debido a la ausencia de un profesional capacitado para extraerle el objeto. Posteriormente, la infante fue derivada al Hospital Nacional de Itauguá.

Asimismo, la doctora Meza señala que no es la falta de especialistas lo que ocasiona las múltiples crisis en la salud pública, sino que la deficiente infraestructura de los nosocomios del Estado impide que los profesionales realicen estudios y análisis complejos. “En mi caso, estudié neurología en Francia durante cuatro años y, cuando volví, me asignaron a un hospital que no tenía tomógrafo, electroencefalógrafo ni nada. Entonces, ¿de qué sirve la eficiencia y la capacitación del personal médico, si el centro asistencial no brinda las herramientas necesarias?”, cuestiona.

Los tratamientos para las afecciones cardíacas y las enfermedades como el cáncer o la insuficiencia renal son altamente costosos para los ciudadanos con bajos ingresos económicos. Por ende, muchas familias se ven obligadas a vender sus pertenencias poco a poco a fin de solventar los gastos que conlleva recuperar la salud.

Por ejemplo, para quienes se encuentran afectados por el cáncer, cada sesión de quimioterapia demanda un gasto aproximado de G 1.500.000. Asimismo, entre medicamentos y cuidados, la diálisis requiere una suma que supera el millón de guaraníes.

Es habitual ver que los pasillos de los hospitales se congestionen debido a la falta de camillas; los pacientes, muchas veces, son atendidos en sillas de ruedas por esta razón. En octubre del año pasado, una mujer, que padecía diabetes e insuficiencia renal, falleció en el pasillo de urgencias del Hospital de Itauguá, sin haber sido internada a causa de que el nosocomio no contaba con una cama disponible.

El Ministerio de Salud Pública y Bienestar Social (MSPBS) afirma que tiene esperanzas en que las Unidades de Salud Familiar contribuyan a cambiar la situación actual. Los promotores de este programa son los encargados de crear conciencia en los ciudadanos para que logren llevar un estilo de vida saludable, además de prevenir y controlar enfermedades.

"Si la atención primaria funciona, va a ser mucho más fácil la gestión de la internación en los hospitales”, expresa Juan Carlos Portillo, funcionario del Ministerio de Salud Pública. Por otra parte, para abastecer a todos los habitantes del país se necesitan aproximadamente 700 camillas; sin embargo, el MSPBS cuenta solamente con unas 300 camas de terapia intensiva, de las cuales 80 son neonatales, 56 corresponden al sector pediátrico y el resto va para los adultos.

Portillo afirma que la dificultad comienza con la disponibilidad de los medicamentos, de los tratamientos de última generación y la escasez de profesionales en los centros médicos del interior del país. No obstante, el funcionario expresa que el Ministerio de Salud se encuentra trabajando a fin de expandir la atención de especialistas y la entrega de fármacos, las cuales prácticamente se encuentran centralizadas en Asunción y Gran Asunción.

El MSPBS se encuentra en proceso de concurso para contratar profesionales capacitados y disminuir el problema de la falta de especialistas. Así también, el funcionario comenta que, además del aumento de las camillas de terapia intensiva, existe el proyecto a largo plazo de construir más hospitales para brindar una mejor cobertura a los ciudadanos que recurren al servicio público.

Un 9% del sueldo del trabajador y un 16,5% que paga el empleador constituyen el seguro de los inscriptos en el Instituto de Previsión Social; estas cifras equivalen, aproximadamente, a G. 550.000 invertidos en la atención del asegurado que gana el sueldo mínimo. Muy por encima de esta suma, se encuentra la cobertura médica de los congresistas cuya salud, al parecer, es más costosa que la de los “comunes”. El monto de un millón quinientos mil guaraníes se encuentra en el presupuesto sanitario de cada uno de los políticos de la bicameral.

Por otra parte, la estética de los congresistas también se encuentra contemplada dentro de su seguro, cubriendo desde caries hasta costosas prótesis dentales. Varios diputados y senadores afirmaron que, desde la aparición de este servicio, lo han utilizado en pocas oportunidades.

La meta es cuidar la salud, pero las dificultades aquí mencionadas hacen que el trayecto se vuelva una desesperante combinación de problemas físicos y monetarios. Lastimosamente, acceder a una atención médica de calidad es un privilegio reservado para un limitado grupo de personas en nuestro sufrido país.

Reportaje de Belén Cuevas (17 años)