La salud pública en el interior es un desastre, ¿le importa eso al Gobierno?

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Un partido de fútbol en Yuty se convirtió en tragedia cuando un joven fue víctima de un accidente en el campo de juego. La salud pública en el interior demostró su inoperancia, pues no había ambulancias y el futbolista falleció camino a Encarnación.

Un domingo soleado y con una brisa agradable representaban la oportunidad perfecta para disfrutar de una jornada atractiva y cargada de emociones como las que el fútbol ofrece. Los clubes Coronel Martínez y Capitán Benítez iban a jugar el clásico de la Liga Yuteña.

Siempre se dice que existen encuentros de vida o muerte, donde hay que dejarlo todo en la cancha. Lastimosamente, esta frase se cumplió en el caso de Diego Vázquez, un joven de 23 años que se desempeñaba como arquero del Coronel Martínez. En una jugada en la que intentaba capturar la pelota, el muchacho chocó con un contrincante y recibió un fuerte golpe en el tórax.

El hecho exigía urgencia y la presencia de una ambulancia que pudiera trasladar a Diego al hospital más cercano. Sin embargo, el joven fue llevado en camioneta hasta el Centro de Salud de Yuty, donde no había condiciones para atenderlo, y desde allí lo trasportaron a Encarnación. El tiempo transcurrido para realizar todo este trayecto pudo haberse empleado para auxiliarlo mejor, pero el deportista perdió la vida en el camino.

Este suceso nos demuestra el total estado de abandono en el que se encuentran los servicios públicos en el interior del país. En esos lugares faltan infraestructura, ambulancias e insumos que sirvan para auxiliar a las personas. “¿Cómo lo vamos a mover?”, “¿adónde lo llevaremos?”, seguramente fueron las preguntas desesperadas de quienes estaban alrededor del joven, pues la perspectiva de contar con un servicio de salud decadente produce una inmensa zozobra.

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Es triste que las personas del interior deban recurrir a los centros de salud de las ciudades más urbanizadas para recibir atención médica. Es como si este hecho condicionara a los habitantes de esos pequeños pueblos a que no se enfermen en ningún momento, pues las autoridades han demostrado desde décadas atrás que la salud, para ellas, no es prioridad.

¿Cuándo veremos los resultados de los fondos que se destinan a la salud pública? ¿Por qué algo tan primordial como la vida humana se toma así, a la ligera? Más allá del diagnóstico que se le pudo haber dado al joven con respecto a su lesión, es todo lo que tuvo que pasar la familia para encontrar atención médica lo que produce preocupación.

La salud pública necesita atención urgente y, más aún, en las zonas del interior, donde brilla el abandono del Estado. Las vidas de las personas son valiosas y nada debe escatimarse cuando se trata de salvar una de ellas.

Por Viviana Cáceres (18 años)