Llega tu examen y hasta ver a una mosca volando es más interesante que estudiar

Por fin, te pusiste a leer tu libro de historia, pues en dos días tenés un examen de esta materia. Prometiste no dejar el estudio para último momento; sin embargo, hasta la mosca que vuela frente a vos se vuelve más interesante que hojear tus textos.

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Luego de las últimas pruebas parciales, prometiste estudiar con tiempo las materias que vas a rendir en la facu. Sin embargo, cuando te sentás a leer tus libros, no podés dejar de revisar el celular y, justo ahora, recibís miles de mensajes e invitaciones de tus amigos para salir a farrear.

Debido a las propuestas de tus compañeros, entrás en un dilema: ¿salgo a bailar o me quedo a estudiar? Te ponés a analizar los pros y los contras de dejar para más tarde la lectura del libro; finalmente, llegás a la conclusión de que las materias de la facu se pueden recursar, pero esta salida con tus amigos no se repetirá y te alistás para romper la discoteca esa noche.

El día después de la farra, despertás muy cansado y concluís que, definitivamente, haber salido la noche anterior no fue una buena idea, menos con un examen pendiente. Ni tres litros de café ayudan a que te concentres, pues solo podés pensar en tu camita y te morís por enredarte en una sábana para dormir como un tronco.

Pasan los días y la fecha de tu examen está cada vez más cerca. Otra vez, tratás de estudiar, pero te encontrás con que la nueva temporada de la serie que te gusta está disponible en Netflix. “Un capítulo nomás voy a mirar”, pensás; sin embargo, te enganchas con la apasionante historia de amor entre la joven del siglo XX y el atractivo guerrero de 200 años atrás (The outlander) y pasás la tarde entera frente al televisor.

Luego de malgastar la jornada, decidís que no vale la pena desvelarte estudiando, pues todavía quedan dos días para aprender las diez unidades de tu libro de historia. Ya que tenés “tanto” tiempo, te quedás despierto toda la noche para ver memes y chatear con tu chuli.

Faltan 24 horas para la prueba de historia y te preguntás adónde fue todo el tiempo que tenías para estudiar. Desesperado, recurrís al grupo de WhatsApp de tu curso en busca de un compañero caritativo que te mande fotos de sus resúmenes.

Pasás la noche entera estudiando y, por poco, tus pestañas se queman de tanto leer. De vez en cuando, soltás uno que otro bostezo; sin embargo, no podés darte el lujo de dormir, pues no hay tiempo que perder y tenés mucho por estudiar.

El día del examen, parecés un zombi, pues no pegaste un ojo en toda la noche y la cabeza te está por explotar a causa del estrés. Lamentás haber dejado todo para última hora y, una vez más, jurás que nunca lo volverás a hacer. No obstante, la profe dice que sacaste un dos y, esa noche, salís a festejar porque pasaste esta materia, en lugar de quedarte a estudiar para la prueba del próximo lunes.

Por Agustina Vallena (19 años)

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