Muchos chicos, desde su nacimiento, encuentran numerosos obstáculos que dificultan su presente y su futuro. La mayoría de estos niños, para poder sobrevivir, debe pasar jornadas enteras pidiendo limosnas en las calles, lo que impide que los mismos puedan seguir sus estudios básicos.
Según los últimos datos del Ministerio de Educación y Ciencias, solo 4 alumnos de cada 10 que se matriculan en la educación media culminan esta etapa de estudios. Esto se debe a la difícil situación económica que vive la mayoría de las familias de nuestro país.
Conseguir el trabajo que soñamos y llevar una vida digna son privilegios que solo ciertos compatriotas tienen la posibilidad de gozar. No todos los jóvenes tuvieron la posibilidad, como nosotros, de concluir sus estudios secundarios y estar en condiciones de seguir una carrera universitaria.
Muchos dicen que “uno es pobre porque quiere”, ya que consideran que basta con un poco de esfuerzo para salir de la indigencia. Sin embargo, solo algunos tienen en cuenta que, en la vida, no todos gozan de las mismas oportunidades para salir adelante.
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A diferencia de los niños que viven en las calles, muchos tuvimos la dicha de recibir el amor de una familia que nos educó y brindó su abrigo. Asimismo, obtuvimos en nuestros hogares una alimentación apropiada, lo que permitió que logremos un adecuado desarrollo físico y mental.
También tuvimos el privilegio de crecer sin la opresión de la dictadura. La libertad que gozamos hoy estuvo ausente durante la juventud de nuestros padres y la misma es un regalo que la generación anterior nos legó. Por eso, debemos trabajar para afianzar las instituciones democráticas y evitar cualquier retorno a los tiempos de la oscuridad.
Sin importar la profesión o carrera que elijamos, debemos estar firmemente comprometidos con eliminar las desigualdades que aquejan a nuestra población. Así, en el futuro, todos los jóvenes paraguayos podrán gozar de mejores e iguales oportunidades.
Ya sea que aspiremos a ser artistas, ingenieros o empresarios, tenemos que estudiar con empeño y aprovechar cada oportunidad de formarnos como personas. El país no solo necesita de profesionales idóneos sino que, también, precisa de buenos ciudadanos que se involucran en sus comunidades.
Sobre todo, debemos ser conscientes de que estos privilegios no son frutos de nuestros esfuerzos, ya que los mismos son un regalo que tenemos la obligación de retribuir a la sociedad. Este es el momento de preguntarnos: ¿qué obsequiaremos nosotros a los jóvenes del futuro?
Agustina Vallena (18 años)
