Mujer y poder: un matrimonio apasionante pero difícil de concretar

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El liderazgo de las mujeres en la política ya constituye una realidad en los tiempos actuales. Sin embargo, el acceso al poder presidencial enfrenta todavía muchos obstáculos, a pesar de que varios países tuvieron exitosas jefas de Estado.

Desde la legendaria Eva Perón hasta la imponente Margaret Thatcher, el mundo vio nacer a grandes figuras femeninas en el ámbito político. A lo largo de la historia, muchas mujeres han demostrado sus habilidades para el manejo de los recursos públicos, ratificando que “el sexo débil” se encuentra lo suficientemente capacitado para tomar las riendas de un país, con firmeza e inteligencia.

Según María Solanas Cardin, socióloga política y docente de la Universidad Complutense de Madrid, “no se trata solo de sumar a más mujeres; la presencia no siempre se traduce en capacidad de toma de decisiones, ya que esta no es sinónimo de poder”. La profesional española sostiene que es posible mitigar la inequidad política realizando acciones que contribuyan al progreso de un pueblo, a través de los buenos ejemplos femeninos; para ello, resulta necesario nombrar a más figuras políticas y dar verdadera participación a la mujer.

En nuestro país, dicha inequidad es palpable en varias áreas de la política; actualmente, en la Cámara Alta, de 45 senadores, solo ocho son mujeres. Asimismo, en Diputados, de un total de 80 legisladores, únicamente 12 son representantes femeninas. Por otra parte, según la Encuesta Nacional de Igualdad y No Discriminación, realizada en 2018 por el Centro de Documentación y Estudios, un 72% de la población entrevistada ve a las mujeres en igualdad de capacidades que los hombres a la hora de acceder a puestos de gobierno; ante otro cuestionamiento, un 84% de los consultados afirmaron que les gustaría tener a una mujer en el sillón presidencial.

Según el Observatorio de Igualdad de Género de América Latina y el Caribe, el porcentaje de participación femenina en congresos y parlamentos de la región llegó al 30% en 2018, lo cual representa un incremento de 8% con relación al 2008. Cuba, Bolivia y México se encuentran en las primeras posiciones, superando el 40% de mujeres en sus respectivos parlamentos.

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Los datos del observatorio afirman que Argentina presenta un 39% de participación femenina en cargos ministeriales, mientras que Paraguay llega a un 29%. Brasil se encuentra más abajo de la lista, con tan solo un 15% de mujeres en cargos de gobierno, según consta en el estudio mencionado.

Margaret Thatcher fue la primera ministra de Gran Bretaña que duró más tiempo en el cargo; debido a su actitud y a la inflexibilidad de sus decisiones políticas, se ganó el apodo de “dama de hierro”. Sus determinaciones hicieron que unos la admiraran y otros la odiaran, pero sus políticas llevaron al Reino Unido a levantar una economía que, en ese momento, pasaba por situaciones difíciles.

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Con una gran influencia en Europa, la canciller alemana Ángela Merkel se mantuvo entre las 100 mujeres más poderosas de la política de la revista Forbes en varias ocasiones y su figura es admirada por ser “analítica y metódica”. Merkel ostenta el cargo desde el 2005, ya que fue electa en cuatro oportunidades consecutivas.

La actual presidenta de Croacia, Kolinda Grabar-Kitarovic, fue uno de los personajes más curiosos de la pasada Copa del Mundo, pues ella misma descontó parte de su sueldo para ir a alentar a su selección. Sin embargo, su figura política va más allá de la simpatía que demostró en el campo pues, en 2015, se convirtió en la primera mujer en alcanzar el cargo presidencial de su país y, a la vez, en la persona más joven (46) en acceder a dicho puesto.

"La abanderada de los humildes", así se refiere una gran parte de los argentinos a Eva Duarte de Perón, más conocida como Evita. Su aporte a la política, en su país y a nivel latinoamericano, es innegable; como fruto de sus esfuerzos y movilizaciones, consiguió que las mujeres puedan sufragar, en 1947.

Michelle Bachelet fue la primera presidenta de Chile y ocupó este cargo en dos períodos. Su gobierno tuvo políticas orientadas al ámbito social, ya que aplicó reformas educativas y bonos de invierno para las familias carenciadas. Según la consultora GfK Adimak, la exmandataria llegó a un 74% de aprobación en los primeros años de su mandato, pero fue bajando gradualmente su popularidad hasta alcanzar un 32% en el 2017, poco antes de culminar su segunda presidencia.

Según BBC Mundo, en 2015, Cristina Kirchner gozaba una considerable aceptación popular, cuando se encontraba culminando su segundo período tras ocho años de estar a la cabeza del vecino país. La exmandataria argentina tiene 12 causas judiciales de corrupción contra su persona, entre las cuales se cuentan enriquecimiento ilícito, fraude, subsidios ilegales, encubrimiento de acto terrorista y otros.

Dilma Rousseff es otra figura que no culminó su mandato presidencial de la mejor manera. La exjefa de Estado fue destituida de sus funciones por el Senado de Brasil, pues pesaban en su contra acusaciones de haber maquillado cuentas públicas. Su gobierno fue responsabilizado de realizar préstamos de bancos estatales para tapar pozos en las cuentas públicas e irregularidades económicas.

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En Nicaragua, la vicepresidenta y la primera dama de la nación son la misma persona: Rosario Murillo. Parte de su pueblo afirma que esta mujer es, en realidad, la cabeza del Estado, aunque su esposo, Daniel Ortega, ostente oficialmente el cargo. El mandatario se encuentra en su cuarto período, el tercero consecutivo; esta pareja política genera rechazo en un sector de su ciudadanía, ya que muchos los acusan de opresores y los tildan de dictadores.

Imelda Marcos, viuda del dictador de Filipinas Ferdinand Marcos, fue declarada culpable de haber desviado 200 millones de dólares del Estado a su cuenta personal. Una parte de la mencionada cantidad se destinó a la compra de costosos zapatos para satisfacer las caras aficiones de la expresidenta.

En 2017, la Corte de Corea del Sur destituyó a Park Geun-hye de la presidencia, debido a que la misma era acusada de corrupción y tráfico de influencias, acciones que efectuó con una amiga, quien también fue procesada. La exmandataria fue juzgada por la ley de su país y condenada a 25 años de cárcel.

El hecho de que algunas presidencias femeninas sean mal vistas no debe manchar la reputación de las mujeres para acceder a altos cargos políticos, pues tanto la corrupción como la honestidad son cuestiones que se pueden apreciar en ambos lados de la balanza. Mujeres y hombres deberían encontrarse en igualdad de condiciones más allá de cualquier análisis desfavorable ya que, en realidad, la única diferencia que existe entre ambos sexos es biológica.

“Más allá del desempeño de las mujeres en cualquier cargo público, creo que es clave que haya presencia femenina ya que, en nuestro país, no existe una igualdad de acceso ni de permanencia en los cargos gubernamentales entre varones y mujeres; participar igualitariamente en la política es cuestión de derechos”, expresa Sara Mabel Villalba, politóloga y miembro del Programa Nacional del Incentivo a los Investigadores. Según la perspectiva de la especialista, es un error que se analice si la mujer debe ocupar o no altos cargos, de acuerdo a su desempeño, pues entonces los hombres que obran corruptamente tampoco deberían encontrarse en importantes esferas estatales.

 

Asumir la igualdad de condiciones es un derecho y, como tal, no necesita argumentos muy elaborados para estar sobradamente justificado; sin embargo, la investigadora señala que el machismo forma diferentes barreras para las mujeres que quieren activar en la política. “En los mismos partidos, no hay suficientes oportunidades para que las figuras femeninas puedan ser candidatas o accedan a ciertos lugares en las listas y, por ende, resulta aún más difícil que haya un espacio para llegar a la presidencia”, asevera Villalba.

Durante las elecciones del 2008, la actual senadora Blanca Ovelar, representante de la ANR, se convertía en la primera mujer en candidatarse al sillón presidencial en la historia de nuestro país. “Asumí el desafío en condiciones no ventajosas y, durante todo el desenvolvimiento de la campaña, en el ámbito económico, la administración de los recursos y de la agenda, el manejo de las pautas que yo quería poner en los escenarios para hacer los actos e incorporar cambios, sentí la troika masculina limitándome”, relata Ovelar.

La congresista afirma que el número de mujeres presentes en órganos de representación revela que a las figuras femeninas les cuesta mucho más tomar espacios de decisión en la política. “Las mujeres participan y son militantes, pero a la hora de integrar la lista, los varones acaparan casi todos los lugares; no obstante, con las listas desbloqueadas y el voto preferencial, vamos a ver si hay un impacto positivo que beneficiará a las mujeres”, expresa Ovelar.

Luchar contra la discriminación hacia las mujeres es, según las palabras de la senadora, un procedimiento cultural que se debe impulsar a través de reformas educativas que eliminen los conceptos sexistas. “La mujer, tanto paraguaya como latinoamericana, todavía vive con muchísima discriminación, violencia y sojuzgamiento en los diversos ámbitos; entonces, todos esos tipos de segregación son unos lastres que tenemos que sacudir”, concluye la legisladora.

Reportaje de Belén Cuevas (17 años)